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Voto de fran:
4
6,1
4.165
Drama
La película gira en torno a una familia burguesa que posee una empresa en Calais, al lado de los campamentos donde viven miles de refugiados. (FILMAFFINITY)
1 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El siempre inquietante y turbador Michael Haneke realiza esta vez una obra que ni inquieta ni turba, por lo menos a mi modo de ver.
¿Me he aburrido? Sí... pero como otras tantas veces en las que después de finalizar el largometraje he salido con la impresión aun así de haber visto una buena película o por lo menos una película que me hace pensar durante un tiempo después de visionarla.
¿Siento empatía por alguno de los personajes protagonistas? Ni lo más mínimo... Haneke en este aspecto para mí tiene una cualidad asombrosa, habitualmente se hace complicado seguir la trama si no empatizas con nadie, pero el director austriaco consigue de manera espeluznante que sus películas te desconcierten igualmente, aunque no sea éste el caso.
No se trata ni de lo uno, ni de lo otro, no me ha gustado sencillamente porque él siempre consigue, aunque sea por un minuto, que tenga náuseas, que me estremezca o que directamente tenga que dejar de mirar la pantalla (sin hacer uso de gore gratuito o artimañas moralmente cuestionables). Para mí este punto es muy importante, ya que si se lo sumamos a los dos anteriores (a los que de manera independiente no les daba importancia alguna) entonces la película sí que tiene un problema grave, se hace tan lineal y tediosa que su irreverente forma de crear cine (planos fijos eternos, muestra del problema de la desigualdad y la inmigración subliminalmente, fetichismo por las cotidianidades, la comida en especial, fijación enfermiza por la maldad natural infantil...) pasa completamente a un segundo plano y te deja de importar lo más mínimo porque sólo quieres que ponga "The End"... o "Happy End", lo que sea.
Pero bueno, yo se lo perdono, al fin y al cabo, ser Haneke todos los días debe ser muy complicado.
¿Me he aburrido? Sí... pero como otras tantas veces en las que después de finalizar el largometraje he salido con la impresión aun así de haber visto una buena película o por lo menos una película que me hace pensar durante un tiempo después de visionarla.
¿Siento empatía por alguno de los personajes protagonistas? Ni lo más mínimo... Haneke en este aspecto para mí tiene una cualidad asombrosa, habitualmente se hace complicado seguir la trama si no empatizas con nadie, pero el director austriaco consigue de manera espeluznante que sus películas te desconcierten igualmente, aunque no sea éste el caso.
No se trata ni de lo uno, ni de lo otro, no me ha gustado sencillamente porque él siempre consigue, aunque sea por un minuto, que tenga náuseas, que me estremezca o que directamente tenga que dejar de mirar la pantalla (sin hacer uso de gore gratuito o artimañas moralmente cuestionables). Para mí este punto es muy importante, ya que si se lo sumamos a los dos anteriores (a los que de manera independiente no les daba importancia alguna) entonces la película sí que tiene un problema grave, se hace tan lineal y tediosa que su irreverente forma de crear cine (planos fijos eternos, muestra del problema de la desigualdad y la inmigración subliminalmente, fetichismo por las cotidianidades, la comida en especial, fijación enfermiza por la maldad natural infantil...) pasa completamente a un segundo plano y te deja de importar lo más mínimo porque sólo quieres que ponga "The End"... o "Happy End", lo que sea.
Pero bueno, yo se lo perdono, al fin y al cabo, ser Haneke todos los días debe ser muy complicado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En cuanto a ese título ambiguo y aparentemente irónico, en mi opinión hace referencia a la totalidad de la familia Laurent pero de manera individual. Es un final para cada uno de ellos, el final de una etapa muy importante en sus vidas... sin embargo, sólo uno de ellos se llevará el anhelado "final feliz":
Georges (Jean-Louis Trintignant): Lo que antes eran sospechas y suposiciones, después de los créditos, se han convertido en confirmaciones para toda la familia: el patriarca desea suicidarse. En realidad es el final más irónico y cruel, pues es el único que verdaderamente ansía un punto y final y él único que no llega a conseguirlo.
Anne (Isabelle Huppert): el final más grandilocuente de la historia. La hija mayor pone fin a dos cosas muy significativas, su estado civil y el negocio familiar regido durante años (una de cal y una de arena).
Thomas (Mathieu Kassovitz): el siguiente en el escalafón familiar pone (aparente) fin a su apasionado adulterio, y no precisamente por propia voluntad.
Pierre (Franz Rogowski): el primer nieto deja atrás su trabajo en la constructora de la familia en parte debido a sus dudas sobre la herencia del negocio y en parte a unos ambiguos principios morales, mandando al traste su vida acomodada sin saber muy bien que rumbo tomar. Es, por cierto, el mejor ejemplo de la "antiempatía" de Haneke: el chico da vergüenza ajena hasta cuando quiere redimirse con los inmigrantes y con los criados (no sabes si quiere ayudar a los más necesitados o simplemente quiere humillar a la clase aburguesada sin que realmente le importe mucho el bando más desfavorecido).
Eve (Fantine Harduin): la historia gira en torno a esta chica que ni siente ni padece. Se podría decir que es la protagonista principal del film y como tal es la única que consigue lo que conscientemente desea, aunque de una forma atroz. Está harta de vivir con su madre pero tampoco desea acabar en un orfanato y siente una gran tristeza por la pérdida de un hermano mayor. Su hermanastro bebé pondrá remedio a su segundo trauma, en cambio el primer problema necesitará de una solución más drástica; Eve provoca una sobredosis de pastillas a la madre que origina su muerte, para tiempo después, entre llantos (no sabemos muy bien si de cocodrilo o no), convencer a su padre de que nunca la abandone. Misión cumplida. Estamos, pues, aunque algo despiadado, ante el verdadero "happy end".
Postadata: lo verdaderamente irónico no es el título, es la secuencia inicial (y final). Una cámara de móvil nos muestra la evolución tecnológica y la adaptación a los tiempos que corren del cine de Haneke, un cine que ya de por sí no necesita ni evolución, ni adaptación, ni renovación; su cine es diferente, su cine nunca envejecerá.
Postdata 2: su cine no envejecerá pero él, por desgracia, sí. Y creo que es muy consciente de ello. Tengo la impresión de que con este último trabajo ha querido homenajearse a sí mismo con un repaso a toda su carrera en pequeños detalles, guiños y escenas, quizá pensando que tal vez "Happy end" pueda ser su último trabajo.
Eve refleja la crueldad infantil de "El video de Benny", "Funny Games" y "La cinta blanca".
Las pasiones ocultas del adulterio de Thomas realizan un guiño a "La pianista".
Las dudas existenciales de Pierre y su ruptura con la clase alta ya se vieron en "El séptimo continente".
Y por supuesto, el gran Trintignant homenajeándose a sí mismo con su aplastante final en "Amor".
Si fuera su última obra, un gran título para despedirse, si no fuera así, seré el primero en visitar las salas de cine inquieto y turbado.
Georges (Jean-Louis Trintignant): Lo que antes eran sospechas y suposiciones, después de los créditos, se han convertido en confirmaciones para toda la familia: el patriarca desea suicidarse. En realidad es el final más irónico y cruel, pues es el único que verdaderamente ansía un punto y final y él único que no llega a conseguirlo.
Anne (Isabelle Huppert): el final más grandilocuente de la historia. La hija mayor pone fin a dos cosas muy significativas, su estado civil y el negocio familiar regido durante años (una de cal y una de arena).
Thomas (Mathieu Kassovitz): el siguiente en el escalafón familiar pone (aparente) fin a su apasionado adulterio, y no precisamente por propia voluntad.
Pierre (Franz Rogowski): el primer nieto deja atrás su trabajo en la constructora de la familia en parte debido a sus dudas sobre la herencia del negocio y en parte a unos ambiguos principios morales, mandando al traste su vida acomodada sin saber muy bien que rumbo tomar. Es, por cierto, el mejor ejemplo de la "antiempatía" de Haneke: el chico da vergüenza ajena hasta cuando quiere redimirse con los inmigrantes y con los criados (no sabes si quiere ayudar a los más necesitados o simplemente quiere humillar a la clase aburguesada sin que realmente le importe mucho el bando más desfavorecido).
Eve (Fantine Harduin): la historia gira en torno a esta chica que ni siente ni padece. Se podría decir que es la protagonista principal del film y como tal es la única que consigue lo que conscientemente desea, aunque de una forma atroz. Está harta de vivir con su madre pero tampoco desea acabar en un orfanato y siente una gran tristeza por la pérdida de un hermano mayor. Su hermanastro bebé pondrá remedio a su segundo trauma, en cambio el primer problema necesitará de una solución más drástica; Eve provoca una sobredosis de pastillas a la madre que origina su muerte, para tiempo después, entre llantos (no sabemos muy bien si de cocodrilo o no), convencer a su padre de que nunca la abandone. Misión cumplida. Estamos, pues, aunque algo despiadado, ante el verdadero "happy end".
Postadata: lo verdaderamente irónico no es el título, es la secuencia inicial (y final). Una cámara de móvil nos muestra la evolución tecnológica y la adaptación a los tiempos que corren del cine de Haneke, un cine que ya de por sí no necesita ni evolución, ni adaptación, ni renovación; su cine es diferente, su cine nunca envejecerá.
Postdata 2: su cine no envejecerá pero él, por desgracia, sí. Y creo que es muy consciente de ello. Tengo la impresión de que con este último trabajo ha querido homenajearse a sí mismo con un repaso a toda su carrera en pequeños detalles, guiños y escenas, quizá pensando que tal vez "Happy end" pueda ser su último trabajo.
Eve refleja la crueldad infantil de "El video de Benny", "Funny Games" y "La cinta blanca".
Las pasiones ocultas del adulterio de Thomas realizan un guiño a "La pianista".
Las dudas existenciales de Pierre y su ruptura con la clase alta ya se vieron en "El séptimo continente".
Y por supuesto, el gran Trintignant homenajeándose a sí mismo con su aplastante final en "Amor".
Si fuera su última obra, un gran título para despedirse, si no fuera así, seré el primero en visitar las salas de cine inquieto y turbado.