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España España · Granada
Voto de Kikivall:
6
Comedia Hrundi V. Bakshi es un patoso actor de origen hindú que se encuentra rodando una película en el desierto. Por sus continuas meteduras de pata, es despedido del rodaje. Inesperadamente, recibe una invitación para asistir a una sofisticada fiesta organizada por el productor de su última película. Gracias a Hrundi, en la fiesta se producirán las situaciones más disparatadas. (FILMAFFINITY)
7 de febrero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie podrá decir que Blake Edwards no ha sido un director eficiente y rentable para Hollywood, con docenas de comedias, algunas más graciosas que otras. Sólo hay una GRAN película que es de Edwards, todo un drama, que no parece de él: “Días de vinos y de rosas” (1962), cuya crítica mía puede verse en: https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/559502/409543.html. Una peli GRANDE.

Pero a lo que voy, esta cinta de humor pretendidamente, habla de un patoso e inoportuno actor de tercera, de origen hindú, llamado Hrundi V. Bakshi (Peter Sellers). El tal Hrundi comete un tremendo e inopinado error en una escena de guerra, echando a perder esa parte del costoso rodaje. Conclusión, es despedido y el director de la película, en una circular, le pone el veto para trabajar más nunca en el cine. Pero ese documento se extrapapela y por una falla Hrundi es invitado por error a una fiesta de alto copete, a un party (de el título). En la fiesta suceden mil y una catástrofes en las cuales el actor hindú es protagonista. Se suceden los gags, desastre tras desastre, a cual más explosivo y exagerado que acaba por convertir la fiesta en un absoluto caos, en una locura total.

Edwards cumple sobradamente con lo que se espera de él, siguiendo un alocado guión del propio Edwards junto a Tom Waldman y Frank Waldman. Pero la figura de esta cinta es sin duda un desmedido y excéntrico Peter Sellers que es, además de gran actor dramático, un cómico de primera magnitud. Borda el papel y nos hace reír, aunque para mi modo de ver, los gags son tan continuados y la chifladura y el gafe tan desmedidos, que en un punto llega a hacerse cargante. Salva la cosa la circunstancia de que el personaje interpretado por Sellers logra traspasar la pantalla y hacer que nos identifiquemos con el rosario de despropósitos que le ocurren al pobre Hrundi. No hay que olvidar la magnífica música de Henry Mancini.

Humor extremo, tarambana, delirante y jocoso. Por partes incluye pinceladas de romance y también de crítica social. Y dada la parquedad de diálogos, la gestualidad de un Sellers brillante y un encuadre grotesco a más no poder, esta obra viene a ser una especie de homenaje al cine cómico mudo.
Kikivall
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