El título de esta película británico-estadounidense, “One Day”, proviene de la circunstancia de que es un 15 de julio cuando él y ella, en el día de su graduación universitaria, se conocieron; y se seguirán viendo cada 15 de julio con el transcurrir de los años.

La directora danesa Lone Scherfig sabe construir una especie de historia entre el diario documental y el cuento anecdótico, todo ello reconvertido en una especie de florilegio de emociones, sentimientos, amores y desamores, escenas familiares, situaciones embarazosas y situaciones muy dramáticas; algunas de ellas sirven para pasar el rato, pero que también te hacen pensar y emocionarte.

El guión del escritor británico David Nicholls, es una adaptación de su novela (best-seller), “One Day”, de 2009. En el libreto, Nicholls consigue escribir, dentro de lo que yo llamaría ‘película de difícil catalogación’, un relato con cierto frescor y algunos diálogos divertidos y perspicaces, amén de la tragedia en ciernes. Bonita la música de Rachel Portman y buena la fotografía de Benoît Delhomme.

En el reparto Anne Hathaway está bien en su papel de muchacha mona y enamorada y dota a su personaje de alma y fuerza. Jim Sturgess hace de pareja con solvencia y credibilidad y pasas de detestarle a amarle.

La película, como la novela, habla de la arbitrariedad del destino, el azar, la soledad, la crueldad de los sueños de juventud, el amor e incluso de la evolución de la sociedad inglesa, pero la película, lejos de profundizar, en ocasiones pasa de puntillas por las sutilezas y complicaciones de este drama afectivo, sostenido a lo largo de años; entonces, sobre todo al principio, se limita a centrarse en sus virtudes más frívolas y epidérmicas.

En resumen, Lone Scherfig y David Nicholls saben utilizar los patrones del melodrama clásico a favor de su historia, pero rechazando los tópicos y los blancos o negros. Esta película constituye un buen tránsito que parte de la comedia para arribar a la amargura que venturosamente no se desprende de un tono de melancolía elegante. También concurre en el film un certero e interesante enfoque del perdedor en la vida y en el amor, aunque el resultado no sea brillante, lo cual que tampoco es necesario. Es una cinta con su dosis justa de crueldad y llega a resultar conmovedora, sobre todo en su parte final; estos matices hacen bonita la película.