Aunque Jerónimo Mihura solo hubiera hecho esta película merecería ser recordado. Claro está que también es mérito de su hermano Miguel, uno de los escritores españoles más ingeniosos del siglo XX.
Personajes entrañables, una historia que interesa desde principio a fin, diálogos chispeantes, una dirección magnífica de actores.
La película avanza con una sencillez admirable, todo alrededor de ese personaje de Juan, que tan bien encarna Conrado San Martín.
Discrepo, una vez más, de quienes se extrañan de que “en aquellos años” de la ominosa dictadura se produjeran cosas tan buenas. La vida es mucho más amplia e interesante que la política y no digamos que la mayoría de los políticos, de antes y de ahora,
Disfrutemos de estas buenas cosas del pasado, esperando que en el presente se hagan películas con guiones tan inteligentes como este de Mihura.
-¡Y en la cocina hay cucarachas!
-¡Me encantan, son tan tímidas!.
Y, como en tantas películas españolas de la época, un elenco estupendo de secundarios, como Alberto Romea o Julia Lajos.