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España España · Barcelona
Voto de Quim Casals:
10
Serie de TV. Comedia Serie de TV (1975-1979). 2 temporadas. 12 episodios. Los Fawlty son un matrimonio que regenta un pequeño hotel en la costa de Inglaterra. Él es maniático y deslenguado; ella exigente, mandona y con un irónico sentido del humor. En el servicio nos encontramos con Manuel, un camarero español (italiano en la versión doblada en España) que no sabe hablar inglés y con Polly, la asistenta que siempre está sacando al jefe de apuros. Ante ... [+]
23 de marzo de 2009
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de "Hotel Fawlty" es hablar de mi serie favorita de todos los tiempos. Con algunas he reído y con otras he llorado. Pero sólo con ésta, literalmente, he llorado de risa. La descubrí en mi adolescencia en su emisión por la televisión autonómica de Catalunya; como el amor, se me rompieron las cintas de VHS donde la guardaba, de tanto usarlas. Ahora, gracias al DVD, vuelvo a ella como terapia de urgencia cuando amenazan el aburrimiento o el hastío (además del hecho que la versión original permite gozar con el verdadero origen barcelonés de Manuel o las referencias a Franco).

En mi percepción, además, no pasa el tiempo para esta serie —no es el placer de la nostalgia, como ocurre con otras series antiguas, sino el perenne presente de la risa—. Atesora también la virtud de la brevedad (doce capítulos, rodados además en dos tandas) por lo que ya no cupo la repetición, la falta de ideas, la decadencia… Para mi gusto, resultan sublimes los episodios "del psiquiatra" y "de los alemanes". Al resto, los considero únicamente geniales.

Si trato de analizar fríamente por qué me atrae tanto esta serie, observo que todo cuánto en ella sucede resultaría altamente improbable que pasara en la vida real, pero, en rigor, no sería imposible. Es el mismo caso que "La fiera de mi niña", no por casualidad mi comedia cinematográfica preferida. Hay un tipo de humor, llamémosle absurdo o surrealista, donde sí cabe lo imposible: el dibujo de un perro cobra vida en el torso de Harpo, los brazos de Jerry Lewis llegan hasta el suelo después de intentar alzar unas pesas, a un mentiroso le crece la nariz en "Aterriza como puedas", etc. Me gusta mucho esta clase humor, pero a menudo más a raciones sueltas que cuando se pretende hacer un conjunto con él —en otras palabras, prefiero los gags aislados de los Monty Phyton a sus largometrajes—, quizá perqué opino que raramente se logra mantener en todo momento la regularidad y el mismo nivel de calidad.

Me doy cuenta, pues, que me decanto más un humor que no necesita traspasar la frontera de lo "realista", pero que, a merced de una lógica interna implacable y rigurosísima, encadena situaciones ridículas en una espiral imparable que culmina en el más puro delirio —en el colmo, precisamente, de lo absurdo—. Quizá esto explique mi devoción por esta serie (o quizá no: a lo mejor mareo mi cabeza exprimiendo teorías y la explicación es mucho más sencilla. Nunca lo sabré).
Quim Casals
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