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Voto de Cinema Wiseau:
5
Ciencia ficción Treinta años después de los eventos del primer film, un nuevo blade runner, K (Ryan Gosling) descubre un secreto profundamente oculto que podría acabar con el caos que impera en la sociedad. El descubrimiento de K le lleva a iniciar la búsqueda de Rick Deckard (Harrison Ford), un blade runner al que se le perdió la pista hace 30 años. (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A nadie se le escapa que Dennis Villeneuve es un director pretencioso. No tanto por las premisas de las que parten o los temas que abordan sus películas, sino por la particular puesta en escena que éste les imprime. Sin embargo, a diferencia de otros directores como Nolan, sus películas siempre han estado a la altura de su pretenciosidad. O, al menos, lo estaban hasta ahora.

Blade Runner 2049 a nivel superficial es una muestra del poderío visual que atesora este director. La dirección, la fotografía, los efectos especiales… Todo contribuye a crear una atmósfera tremendamente densa, metiéndote de lleno en el universo de los replicantes. En ese aspecto, chapo. Pero, el fondo que subyace en la forma no está a la misma altura. Creo que toda película en la que existe una fuerte separación entre forma y fondo difícilmente acabará funcionando. Hay excepciones, por supuesto, pero éste no es el caso.

Toda la melancolía, alienación, desamparo y esperanza que transmitía la primera Blade Runner se queda en nada en esta secuela. Todos los personajes reciben un tratamiento tan frío y distante que es imposible sentir ningún interés y empatía por ellos. A parte de que tampoco es que estén muy elaborados precisamente. A la trama le falta ritmo y tensión y le sobra grandilocuencia y duración. Los diálogos son planos y evidentes, perdiéndose en divagaciones y recreándose constantemente. Algo que deja poco espacio para que el espectador pueda sacar conclusiones por sí solo. De hecho, la película, para tomarse tan en serio a sí misma, es tremendamente condescendiente y redundante. Es como si Villeneuve no confiara en la inteligencia del público, algo que no pasa en el resto de su filmografía.

Tampoco ayuda a paliar el tedio del extenso metraje la constante reiteración de conceptos e ideas que ya estaban presentes en la original, sólo que aquí abordados de forma mucho más simplona y chapucera. Películas tan dispares como Ghost in the Shell (la de animación del 95), Her o Moon exploraron muchos de los temas presentes en la primera película infinitamente mejor de lo que lo hace esta secuela. Y es que éstas, al igual que Blade Runner, no eran en exceso grandilocuentes. Es cierto que existía una gran ambición en ellas, pero esa ambición nunca era tratada mediante diálogos y situaciones risibles.

Superficialmente, la primera Blade Runner cuenta con una trama más bien sencilla, aunque no por ello mal hilada, y con personajes que, pese a habitar en un universo de ciencia ficción, remiten a la cotidianidad de nuestro mundo. Sin embargo, la maestría de aquella película radica en cómo bajo esa aparente sencillez se esconde una historia de enorme carga dramática y de múltiples lecturas, con unos personajes emotivos y complejos y situaciones de gran belleza y poesía.

En definitiva, todo lo contrario de esta secuela, que apenas es una sombra de su predecesora.
Cinema Wiseau
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