El director de este film acusa una doble motivación para realizar esta cinta. Por un lado, el interés macabro que puede despertar en cualquier persona una historia siniestra que sucedió en la realidad (década del '30).De otra parte, el hecho de que de niño, supo que su tía abuela fue presumiblemente una víctima del personaje central de la película. A los siete años, en la zona insular del Paraná, literalmente, desapareció. El film indaga consultando a los lugareños, personas de una formación cultural no muy acentuada, que brindan un relato no siempre coherente ("era bajo", "era alto"...). Entre todos, con fragmentos de sus declaraciones anudados, va tomando forma un retrato todavía impreciso. Se sabe que el "hombre-bestia", como lo calificó con propiedad un suelto de diario de esos tiempos, de nombre Aparicio Garay (y 16 nombres/sobrenombres más) había ingerido criaturas. Profundizando la inquisición, dará al fin con un expediente judicial que echará algo más de luz sobre aquellos sucesos enterrados...Con interpolaciones de imágenes del río Paraná, el film discurre con un tono bastante ágil, con un ritmo correcto para un documental y una música apropiada. 7,75.