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España España · Oviedo
Voto de babayu:
8
Drama Khaled y Said son dos jóvenes palestinos, amigos desde la infancia, a los que reclutan para llevar a cabo un atentado suicida en Tel Aviv. Después de una última noche con sus respectivas familias, de las que no les está permitido despedirse, parten hacia la frontera con explosivos pegados al cuerpo. Sin embargo, nada sale como estaba previsto y una serie de contratiempos les obliga a separarse. Entonces tendrán que replantearse su vida ... [+]
6 de noviembre de 2008
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda peli, si sirviera para lo que se hizo, como reflexión más que como alegato de paz sobre la situación en los territorios palestinos ocupados por el Estado de Israel. Hany Abu- Assad compone una historia estremecedora, la dos dos chicos, Said y Khaled, que de repente se ven convertidos en hombres-bomba al servicio de una causa que no parece tener final.
El valor de la película es retratar precisamente eso, la existencia de dos hombres normales y corrientes, residentes en Nablus, a los que se les pide autoinmolarse en un acto de venganza; pero, previamente a que sepamos lo que el destino les tenía preparado, podemos ver que hacen su vida como tú y como yo, tienen sus alegrías y sus penas, sus trabajos y su ocio, pero sobre todo tienen la mala suerte de haber nacido en la franja de Gaza.
Desde nuestros ojos occidentales tendemos a pensar que los terroristas suicidas son unos fanáticos definidos única y exclusivamente por su propio fanatismo, sin pararnos a pensar que las personas están compuestas por mil facetas que forman su trayectoria vital. El director y guionista mantiene una neutralidad compleja, introduciendo personajes como el de la chica, Suha, probablemente un reflejo de la propia posición del autor, que invita al diálogo y a la reflexión más que a la acción directa de los protagonistas, manipulados como peleles por visionarios que nunca se mancharán las manos mientras tengan a peones que les hagan el trabajo sucio. Me fascinan las dudas del personaje de Said, frente a la determinación que se adivina en Khaled, y las dosis de cierto humor negro que pone los acentos en lo absurda que es la situación en esa tierra.
También es impresionante la casi total ausencia de música, al fin y al cabo, y por mala que sea, la música es bella, y en Nablus ya no existe ni la belleza ni la esperanza, lo que se reafirma en el trabajo de fotografía, casi de una manera documental, pues no hay mejor ambientación que los cascotes y ruinas que se vislumbran por doquier.
Como cualquier peli de origen árabe, juega mucho con las miradas de los actores (excelentes Ali Suliman y Kais Nashef, a quienes podremos ver en la última de Ridley Scott, Body of Lies).
Me parece alucinante el plano casi fijo de los ojos de Said, que más que fría decisión yo diría que reflejan el vacío, la rendición absoluta a un destino contra el que no se puede luchar, y ese fundido en blanco, que precede magistralmente a unos títulos de créditos silenciosos...
babayu
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