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España España · Oviedo
Voto de babayu:
7
Thriller. Drama Max Cady (de Niro), un delincuente que acaba de ser puesto en libertad tras catorce años entre rejas, busca al abogado Sam Bowden (Nolte), para vengarse de él, pues lo considera responsable de su condena. La presión y el acoso que ejerce sobre la familia Bowden es cada vez más intensa y amenazadora. Remake del filme de J. Lee Thompson "El cabo del terror", de 1962. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces es bueno ver remakes de pelis que no han envejecido bien o que directamente tenían sus fallos, a pesar de ser apreciables como la primera versión de la novela de John B. McDonald que dirigió en 1962 J. Lee Thompson. Aquí Scorsese, tras encadenar un buen puñado de obras maestras, se tomó esta peli como algo divertido, con toques perversos: en otra de esas historias que tratan sobre la eterna dualidad del bien y el mal, el director apuesta claramente por el malo, ese demoníaco Max Cady, el que, a pesar de ser un chungo de los gordos, nos cae muchísimo mejor que Sam Bowden, ese abogadillo tramposo al que la vida le ha dado una familia perfecta (aunque vislumbremos que algo va mal en esa "happy family", con una Jessica Lange estupenda interpretando a una esposa insatisfecha, o esa Juliette Lewis a sus 18 clavando la perfecta lolita a la que le va el lado oscuro, ya sea el Sexus de Henry Miller o un violador asesino al que le pone ojitos y morritos).
La trama es muy entretenida, y no nos importa demasiado que contenga auténticas barbaridades, que no dejan de ser licencias para acercarnos a ese enfrentamiento final entre dos egos tan contrapuestos como los representados por De Niro y Nolte (el primero disfrutando como un mico en un papel ideal para él, para extralimitarse, sobreactuar y hacer lo que le apetezca, y lo hace realmente bien, al igual que don Nick, que debía olerse lo que le esperaba ese mismo año, poniéndose bajo el látigo implacable de la Streisand en El Príncipe de las Mareas).
Scorsese tiene la honradez de homenajear las fuentes de las que bebe, por eso sitúa, aunque sea en papeles "residuales" a Gregory Peck, Robert Mitchum y Martin Balsam, procedentes de la peli original, respetando esa maravilla musical de Bernard Herrmann, con los arreglos de Elmer Bernstein. Si en algo es tremendamente superior la primera es en la foto, ya que creo que esta es una peli tan oscura que pide un blanco y negro como el que hizo Sam Leavitt, mejor que el color simplón de Freddie Francis, que no aporta demasiado.
La cosa flojea demasiado al final, se pide un esfuerzo demasiado grande al espectador para tragarse algo que es excesivamente inverosímil, pero no por ello deja mal sabor de boca.
babayu
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