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Voto de Iván Roldán:
8
Thriller. Intriga. Terror La vida de un pueblo coreano se ve alterada por una serie de asesinatos, salvajes y misteriosos, que azota a la pequeña comunidad rural. Los rumores y las supersticiones se propagan a causa de la presencia, desde hace poco tiempo, de un anciano extranjero que vive como un ermitaño. Ante la incompetencia de la policía para encontrar al asesino y sin tener una explicación racional, algunos habitantes del pueblo buscan a un chamán. ... [+]
19 de agosto de 2016
71 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera y última película de Na Hong-jin, desarrollada sobre la misma línea que sus anteriores trabajos: el thriller de intriga, pero a diferencia de su extraordinario debut The Chaser (2008) o The Yellow Sea (2010) –ganador al premio como Mejor Director en Sitges 2011–, el tema sobre el cual se estructura The Wailing no es la inmigración, el crimen o la amenaza de un asesino en serie como tal, sino el folclor japonés, imbuido de magia y misticismo.

No hay nada más aterrador que no tener claro a qué le estás teniendo y a qué debes tenerle miedo. The Wailing inicia con el descubrimiento de una serie de misteriosas y horribles muertes ocurridas en la tranquila jurisdicción de Gokseong (sin razón aparente los crímenes son cometidos por un miembro de la familia quien permanece bañado en sangre como si estuviese en trance). Pero las investigaciones pronto apuntarán hacía una dirección más peligrosa: lo sobrenatural. ¿Cómo investigar, perseguir y detener a un demonio?

Hong-jin se basa en las tradiciones chamánicas del yamabushi y algunos símbolos religiosos occidentales para evocar un reino oscuro y primitivo que arroja su violencia en la naturaleza y en el seno de los hogares. Una exploración al mundo de los espíritus a través del razonamiento y el esfuerzo de quizá no el mejor policía (eficaz y deductivo) pero si de un buen padre, un padre dispuesto a hacer todo por salvar a su hija. Una carrera contra el tiempo en medio de una fantasía alucinatoria que sumergirá al protagonista en un infierno de dudas e impotencia.

Un filme entretenido en sus más de dos horas, de tensión y, tan propios de la histeria escenificada (común en el cine coreana o japonés), destellos de comedia negra. Superstición y lógica. Posiblemente una metáfora sobre los fantasmas que aún hoy día necesita expiar la Corea del Sur rural, xenofóbica y herida por el pasado (el colonialismo japonés, la guerra civil, la partición).

La fotografía a cargo de Hong Kyung Pyo me ha encantado, haciendo tan vivida la lluvia y la naturaleza, en sus azules y verdes. El diseño de los personajes es otro aspecto a favor, como mencionaba, la inclusión de un policía no muy hábil pero sí amoroso y resolutivo, del religioso japonés, el contraste de los chamanes (en las montañas y el de la ciudad), y las mujeres (madre, suegra y ¿fantasma?), así como la feroz representación del ritual. Lo que considero un tanto olvidable es la música, y aunque en una reflexión posterior, tal vez… no halles (¿o sí?) alguna explicación satisfactoria sobre el final e inicio, me parece el interés y la atmósfera de la que fue capaz nos evita frustraciones y vale el visionado.

http://teatro-vandrian.blogspot.mx
Iván Roldán
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