Parece mentira que para con una película que les estaba saliendo redonda, los responsables no encontrasen una definición mejor por cuanto a ciertos asuntos que la del gorila. Una muestra más que evidente, ésta, de que no todo el mundo evoluciona, darwinísticamente hablando, a la misma velocidad. Pero lo demás, por contra, es bastante correcto: divertido en ocasiones, muy divertido en otras y filosofal siempre, con tantas imbricaciones conductistas unas encima de otras.
Muy bien Eddie Murphy y muy bien Dan Aykroyd. Excelente, como en todas, Denholm Elliott y solventes los otros figurantes, incluyendo, desde luego, a una Jamie Lee Curtis que no dejaba de lucir palmito. Y maravillosa la música de Mozart, que aguanta, entre voceros, turbiedades y cercenaciones.