Minuto 80. A John le apunta con una escopeta un tipo que no está muy contento con la vida que lleva. Es el final de John, parece imposible que el tío falle cuando el arma le está tocando. Pues no, se la quita sin aparente dificultad, le da la vuelta a ese cañón cuya longitud se aproxima al metro y lo descarga contra el otro infeliz en lo que también acaba con otro que bajaba la una escalera contigua al ritmo de un rinoceronte. Joder, que fácil parece, me digo. ¿Por qué la gente es tan estúpida y cede a coacciones si le apuntan con un arma?

Minuto 81. Un tío de blanco se abalanza sobre nuestro héroe, le desarma y le encañona. Le hace un par de afirmaciones existenciales. John le quita el arma y da la respuesta al razonamiento planteado. Poco le debió de gustar la respuesta porque no tardó ni tres segundos en arrebatarle limpiamente el fusil de nuevo, aunque a mi me pareció más un pase. Estaría Chuck tras la cámara diciendo: 'pásale el juguete al otro, que le toca tenerlo al otro'. Parecía cabreado de verdad pero es como si le diera pena matarte. Te odio, te quiero matar, pero dispararte ahora me da cosa, ¿seguimos hablando? Para que no sospechen te voy a seguir apuntando. John no está por la labor porque la película se llama 'Yo soy la justicia', aunque luego dice es la ira, cuando el apuñalado contrincante se desangra, tras haber sido por enésima vez incapaz de liquidar a John con la escopeta gigante. En el momento en el que decía eso comprendí exactamente porque este actor llevaba una próspera carrera de cuatro décadas en el mundo del cine. El dolor y la desolación que irradiaban su rostro en aquellos momentos, en los que, impasible, caminaba hacia la ventana le confeccionaban un aura de ser divino, diferente de los demás, directamente inmortal. Afuera le esperaba medio ejército de Normandía. Todos apuntandole con serena seriedad en los ojos. Le instaron a entregarse. A partir de ahora viene la cámara lenta, un alarido simiesco acompaña el alzamiento del arma por parte de John ("estoy soy yo y que os follen a todos) y los disparos que recibió su cuerpo se prolongaron excesivamente. Disparaban por turnos para determinar quién le daba. El de los 'Reyes del crimen' de veras suponía algún tipo de amenaza. Conté como once tiros y como muy cutre todo, apenas salía sangre.