Tres amigos unidos por un gran problema común al que se le suman tres problemas individuales. Este planteamiento, aunque parezca simple, se puede mostrar muy complicado a la hora de solucionarlo. No es el caso.

Se trata de un guión de obra de teatro, como demuestra el reducido número de actores y de escenarios. Y seguramente su representación en una sala de teatro aumentaría el impacto emocional de la obra. Pero, sin menospreciar el antiquísimo arte teatral, el hecho de que sea una película permite al director jugar con más puntos de vista, dar una mayor realidad escénica y, en definitiva, imbuir de lleno al espectador en la historia. Sobre el aspecto emocional; el final es tan desgarrador que su representación causa sensación en cualquiera de sus puestas en escena. Además, las grandes interpretaciones de dos gigantes del cine español, como son Antonio de la Torre y Raúl Arévalo, más un Chema del Barco (nominado a mejor actor revelación por este filme), que se muestra casi a su altura, ayudan de manera mayúscula a avivar la realidad y crudeza de la historia.

El aspecto narrativo de este filme es muy importante, pues, aunque pueda tener momentos que parezcan lentos y que no se entiendan bien, la intensidad de la historia va increscendo hasta que termina por explotar y dejar al espectador boquiabierto.

Pocos peros se le pueden encontrar a este filme en el que llama la atención hasta la manera de plantear el objetivo del filme. Se muestra una clara crítica social en la que lo importante no es lo que causa la situación o el problema, sino las consecuencias que conlleva, perspectiva que no se suele tomar. Y todo esto sin hacer mención directa al problema inicial de los personajes.

Consejo: no hacer caso del título, pues este filme jugará con el público de principio a fin.