Muchos palos le ha llovido, y le llueven, a este primer episodio cronológicamente hablando de la saga «Star Wars». Míos también, lo confieso, porque mi recuerdo de todo esto era casi espantoso y al final he visto una película que se parece más a sus antecesoras de lo que podríamos pensar, o desear, y por ello mismo aceptable.

Pese a lo dicho, sí que hay algo muy espantoso en «La amenaza invisible»: el personaje de Jar-Jar Brinks. ¿Es posible que lo maten, de alguna manera elegante y discreta, en la continuación? Confiemos. Jar-Jar es inaguantable, y no por sus rasgos personales el pobrecillo, sino porque se trata de un quiero-y-no-puedo constante: quiere ser simpático y no lo es; divertido y tampoco, original y nada, caernos bien cuando sólo puede producirnos tedio y estorbo. Por el contrario, muchos os emocionáis con el callado Darth Maul, cosa que no entiendo, porque yo a este villano no le conozco, no sé nada de él, y no hace ni dice nada que me indique valía como figura y personaje. Eso sí, aunque a los seguidores de la primera trilogía les duela, debemos admitir que Darth Maul protagoniza junto a Obi-Wan Kenobi una pelea a espada que supera con creces a todas las ya vistas, en especial gracias a un Ewan McGregor que ataca con ganas y credibilidad. Liam Neeson es de diez. Que la fuerza te acompañe, Qui-Gon Jinn.

La historia es un débil y olvidable hilo argumental sobre unos impuestos, una Confederación de Comercio y una invasión a un planeta de nombre Naboo. ¿Es Lucas quien se inventa los nombres? En fin. Esta trama como detonante de la guerra que iremos viendo no es demasiado atractiva, pero, bueno, tiene que empezar de alguna forma; eso sí, su ligereza a la hora de contarla es un rasgo común a toda la saga. Fijaos en las emboscadas, los ataques de los droides, los chistes en medio del peligro, cómo mueren los personajes... Que sí, que lo sabemos, que lo importante de «La guerrera de las galaxias» es la parte sentimental, pero es que encima es ver a la crecidita reina Amidala (con una Natalie Portman sin tener ni idea de lo que hacer) y al chiquillo Anakin Skywalker, y nos quedamos con cara de escépticos.

Dice la profecía que el elegido traerá el equilibro a la Fuerza. Atención a esto, que es más retorcido de lo que parece. Yo a estas alturas ya puedo decir que Anakin Skywalker me inspira verdadera compasión. Seguro que a vosotros también.