Aquí ni hay arte, ni hay mensaje, sólo algo muy claro: la cursilería de Bambi ha terminado. Y da igual si es un Gremlin, un Alien o el mismísimo Godzilla quien pone fin a su periplo, porque lo cierto es que una secuencia así podría salvar incluso "Godzilla" del ínclito Roland Emmerich. Pocos lo habrían escenificado tan acertadamente, aunque con sinceridad les diré que hubiese preferido una tortura a lo "Martyrs" para el puto cervatillo del señor Walt. Entonces hasta "Martyrs" hubiese tenido algo que reseñar.

Pero aquí la cuestión no es esa, sino que la gente flipa calamares. Caith escribe una crítica que ni Boyero embedido de coca para que todos vean lo friki que es y, por contra, The End, que está deseando cascarle un 8, habla sobre terceros para distraer la atención. ¡Si hasta el tipo de telefónica vuelve para darle cancha a este artefacto comunista! Porque no lo duden, la metáfora anti-capitalista queda bien clara. En toda regla. Y sí, si el amigo Sines puede venir a delirar aquí, yo también, qué cojones.

Lo cierto, eso sí, es que no pretendo ser popular, pero si la eutanasia no se barajaba como medida para ese puto bichejo tras tanto sufrimiento, al ver palmar a su madre, que mejor que un monstruito nipón para hacer justicia. Y es que los japos podrán ser todo lo gafapastas que ustedes quieran, pero cuando a un canadiense le da por dar rienda suelta a sus fantasías más húmedas, no lo para ni el Tato. Y sino, que se lo digan a Cronenberg, que ahí está "Crash" para corroborarlo. Supongo. O algo así.