Una premisa sencilla y un transcurso sencillo. Para relatar una historia tan simple y que aqueja algo de originalidad, de unos tintes de lucidez en su guión para intentar, no marear la perdiz, sino darle un poco más de complejidad o garbo al film, se tira casi dos horas el tío.
Dos horas donde el supuesto humor negro se palpa en un par de ocasiones (no más), y el trazo del protagonista encarnado por el gran Song Kang-Ho va a ratos. No sabes a qué vienen momentos como los del padre, si sólo intentan recalcar el patetismo de ese entrañable perdedor o qué, pero los aceptas como uno más dentro de la trama. Pese a ello, y por contra, tiene otros momentos donde las cosas en su cauce más formal sí funcionan.

El embrollo arranca tan rápido como se apaga, ya que probablemente hubiese sido necesario mucho menos tiempo para concluir, para llegar a un final y dejar de lado un nudo donde los elementos se entremezclan con tan poca fuerza que en pocas ocasiones llega a surtir efecto la caracterización de ese tipo tan gracioso.

De todos modos, no me malinterpreten, no es que "The Foul King" sea un mal trabajo, ni mucho menos, es más bien que, además de no dar callo en líneas generales, nunca termina de buscar ni conseguir un tono adecuado, que siempre se desenvuelve entre el poco humor que encontramos, el drama personal del personaje principal y el tímido y certero romance a medio desarrollar que, agradecidamente, nunca da más de sí y queda como un elemento totalmente secundario.

A resumidas cuentas, la segunda y estirada cinta de Kim Ji-woon queda, finalmente, en un entretenimiento que, si bien resulta agradable, nunca llega a mostrar sus facetas positivas con demasiada esplendor, cosa que termina por denigrar el trabajo a un intento fallido y baldío.