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Voto de townshend1988:
7
Drama En 2001, Billy Beane (Brad Pitt), director general de los Atléticos de Oakland (béisbol), se hizo famoso al conseguir grandes éxitos por medio del método "Moneyball", programa que consiste en construir un equipo competitivo con menos recursos económicos que la mayoría de los equipos de las Grandes Ligas y empleando métodos estadísticos por ordenador para coordinar a los jugadores. (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante los años noventa eran muy comunes las producciones destinadas al consumo familiar en las que un grupo de niños poco agraciados en sus dotes deportivas (y también físicamente, para qué engañarnos), gracias al liderazgo de un entrenador generalmente muy campechano, conseguían superar sus inseguridades y confiar en sí mismos y en sus propias posibilidades. El caso más paradigmático es el de The mighty ducks 1992 (“Somos los peores” en España), donde el entrenador además de llevar a cabo la consabida gesta, se enamora de la madre de uno de sus jugadores y restriega el triunfo al nazi del hockey sobre hielo que atormentó su niñez como jugador.

Moneyball no es el reverso tenebroso ni supone un giro de 180º con respecto a la película protagonizada por Emilio Estévez. Es más, hay ciertas coincidencias en ambas estructuras y lo que está bastante claro es que el deporte es el telón de fondo para hablar sobre otros temas. Quizás a los profanos nos cueste entender la labor de un pitcher, y aún así acabamos interesados por la gestación del equipo de béisbol de Oakland en el año 2002. Y es que Moneyball no es una película sobre Beisbol, como The Damned United no lo es sobre fútbol, sino sobre las personas que están detrás del deporte, que sufren como los jugadores en el campo, que sienten sus mismas inseguridades y son igual o más responsables de los éxitos, medallas y trofeos cosechados. Lo que ocurre es que en las películas de la factoría Disney todo debe de ser feliz y digestivo, dando esperanzas hasta el más incapacitado de los chavales, un escenario demasiado condescendiente para ser extrapolado al universo del deporte de alta competición. La película de Benett Miller pormenoriza los quebraderos de cabeza que supone un equipo de primera línea en una liga seguida por millones de personas en todo el mundo, donde se mueven grandísimas sumas de dinero y por supuesto, no hay lugar para ser benévolo con el que no vale para el trabajo. “Te hemos traspasado a otro equipo”, rápido e indoloro.

Billy Beane (excepcional Brad Pitt) conoce de primera mano las leyes que rigen las grandes ligas y el deporte de competición, y se encuentra al mando de los Oakland Athletics, un equipo competente cuyas lagunas presupuestarias provocan año tras año una fuga de talento hacia la competencia. El reto de Bean, con la inestimable ayuda de Peter Brand (Jonah Hill), consiste en formar un equipo competitivo a bajo coste, una oportunidad para experimentar con las reglas no escritas de la contratación de jugadores, copadas de prejuicios y nada científicas. ¿Estará pasando lo mismo en España con el Levante?
townshend1988
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