Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Anibal Ricci:
6
Comedia. Drama. Romance París, 1897, en plena Belle Époque. Edmond Rostand es un dramaturgo prometedor. Pero todo lo que ha escrito ha sido un fracaso y ahora sufre una parálisis creativa total. Gracias a su admiradora, la gran actriz Sarah Bernhardt, conoce al mejor actor del momento, Constant Coquelin, que insiste en interpretar su próxima obra. Y, además, quiere estrenarla dentro de tres semanas. El gran problema para Edmond es que todavía no la tiene ... [+]
14 de mayo de 2020
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edmond Rostand es un joven dramaturgo que todavía no ha escrito su gran obra. Gracias a su amistad con la primerísima actriz Sarah Bernhardt conoce al mejor de los actores del momento, Constant Coquelin, quien lo impulsará a escribir y estrenar “Cyrano de Bergerac” en tres semanas. Nos situamos en París, en 1897, en plena Belle Époque, período comprendido entre 1890 y 1914, caracterizado por la prosperidad económica y cultural inmediatamente anterior a la Primera Guerra Mundial. El aspecto biográfico del escritor no profundiza en casi ningún ámbito de su vida más allá de lo que ocurre en esas tres semanas. La ambientación de época es quizás el logro mayor de la cinta, pero la historia es liviana (en el mal sentido) e intenta hacernos sentir que el montaje de esta obra teatral sería una tarea titánica. Un desarrollo convencional de las escenas y personajes planos (muy adscrito al tono de comedia ligera) tienen el efecto inverso y hacen parecer los esfuerzos de Edmond como absolutamente triviales.

El espectador esperaría más inteligencia del guion, algún punto de vista a destacar, no una obra coral plagada de secundarios irrelevantes. La película apenas despliega emociones y esboza un par de temas que debió haber abordado de mejor manera para cautivarnos de algún modo.

Es un homenaje al dramaturgo detrás del personaje y establece un paralelo entre los versos y lo que le ocurre a Edmond en la vida real. La pasión por su musa no se nota y sólo las palabras dan cuenta de ese paralelismo artificial. El artista y su inspiración debería ser un tema profundo, pero no hay ninguna anécdota que insufle vida al poeta. Conocemos la historia al dedillo y las escenas deberían sorprendernos, pero al contrario, hay mucha obra gruesa que nos hace recordar un bodrio como “Shakespeare enamorado” (1998) de John Madden.

La idea del amor platónico está casi ausente y, tratándose de “Cyrano de Bergerac”, resulta imperdonable. Edmond ama a su esposa, pero necesita a una musa para crear su obra maestra. Es una idea tan hipócrita como poco glamorosa, resulta bastante chocante esa dosis de moralina, como si el arte necesitara rescatar a los creadores de sus propios demonios.

La narración es demasiado literal (carente de poesía). Terminamos convencidos de que Edmond no ama a su esposa ni a su musa (disculpe el lector lo reiterativo). La cinta propone un juego de espejos, pero definitivamente al director se le olvidó el azogue.
Anibal Ricci
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow