Pues está bien, es un encaje de bolillos bien armado, una mezcla relativamente feliz de los tópicos del western con el batiburrillo del mundo del teatro ambulante, ambos aspectos se juntan con un llevadero acierto y el argumento está tan bien desarrollado como explicado y finalizado pese a que le cueste arrancar y que por el medio, a la mitad del camino de la vida, se pierda un poco, de hecho, en ese sentido es una película extraña, de las pocas que finaliza mucho mejor que comienza, con mayor sentido, con una perfecta coherencia de los personajes en relación a su planteamiento o motivación vital y a sus conflictos y deseos, de una manera optimista y bonachona pero lógica y certera teniendo en cuenta las reglas del juego de la ficción más clásica, es creíble o, por lo menos, aceptable/agradable/asumible.
Es un trío y casi si me apuras un poco un cuarteto y, ya locos, un quinteto ¿de Bonanza? El que forman el vaquero intratable e invencible que sonríe, buscavidas, el pistolero del título (en el original se hacía alusión a la chica Sophia); el hombre del teatro y la dama que utiliza sus encantos (aunque aquí en ese aspecto esté muy recatada, la lucen, su carne morena, lo justo) tanto para actuar dentro como fuera, para jugar con una sexualidad con un pie en Antonio y el otro en el que toque o surja según el momento o la necesidad económica sobre todo, digamos que dudosa o ancha es Castilla o amplia o ambigua o generosa, hasta en el juego la pone sobre la mesa u oferta. Más una jovencita la mar de atractiva y ya crecidita que está detrás de una gran oportunidad, es decir, del jefe, y una madre un tanto latosa que ahí le anda, rezongando a toda hora, pizpireta, picarona, simpáticona.
Más los inevitables villanos, lo de menos, hacen bulto, puro relleno, un mal, casi nunca mejor dicho, necesario, los indios que tal bailan los pobres haciendo fechorías y al muere, y las penurias y penalidades redundantes de los cómicos de la legua a expensas de los que ponen la pasta que tienen a gala un irreductible mal gusto y un ansia viva por catar a la femenina de la función estrella.
Esta película sería, como ya apuntamos más arriba, una rara unión de la peli de Bardem a la que alude mi título o la de Los Farsantes de Camus o incluso de El viaje a ninguna parte de Gómez con, no sé yo ahora..., cualquier historia de dos hombres y un destino (ahí le has dado si este es una mujer y dinero, por supuesto) como por ejemplo El hombre de las pistolas de oro si nos ponemos más rebuscados, retorcidos o exquisitos y a la piscina nos lanzamos casi desnudos y hasta homoeróticos que no es para nada el caso pero vamos.
Se nota que es de Cukor en su amor al teatro, en los buenos diálogos y en la creación de personajes ricos, es una obra más hablada y psicológicamente variada de lo normal en estas ocasiones.
Por lo demás, es funcional narrativamente, sin grandes alardes, y quizás un tanto pesada o morosa a ratos.
Pero bien, acierta, entre sus intenciones y sus resultados, la mirada y el hecho observado, hay bastante armonía y buen tino; es, por todo ello y en resumen, una historia, de verdad, con lo que esto tiene o acarrea o debería tener o acarrear de honradez artesanal y de respeto a la lógica de los personajes y, ya de paso, al espectador, ese ente o espectro.