Esta película viene a confirmar algo que ya sabíais. Traer un hijo sano al mundo, a lo que venimos conociendo como civilización occidental, en otros lugares no tan afortunados y desarrollados, no tan democráticos y avanzados es mucho más fácil y sencillo, se ve que la suma pobreza es fértil y la ricura, por el contrario, mucho más yerma, que los nuevos ricos no follan tanto o con mucho miedo o que no lo son como habían esperado o como hace solo un rato o que los de arriba les han cambiado el paso y ahora les han dicho que es preferible la desaparición sin descendencia, en silencio y solitario, aparcados, y claro, escuchar y obedecer, sí, amo, a mandar, es tarea de titanes, cosa de amazonas y diosas, asunto peliagudo, intrincado y hercúleo.
Un imposible, vamos. Un lujo. Un privilegio. Casi cosa de ultramillonarios, poderosos, futbolistas, políticos o suertudos, los privilegiados, los que nos pisan los callos.
No es momento aquí, a nadie quiero joderle el día más de lo estrictamente necesario y habitual, bastante tienen con lo suyo, de ponernos a hablar de las causas, suficiente, tristemente conocidas, que si el precio de los pisos, las hipotecas, los asquerosos trabajos, los sueldos de mierda, lo caro que está todo, los ladrones que nos gobiernan y que van todos los días a la oficina a ver qué buena nueva inventan para aumentar su cuenta, en fin, cantinela recurrente, conocéis la retahíla de sobra. Ni quiero mentar la bicha de divorcios express, separaciones en aluvión, bodas efímeras, custodias, pensiones, tutelas, visitas y demás equilibrios imposibles en alambre de espinos. Por no hablar de cuestiones morales o medioambientales, tipo molicie, apatía, abulia, cobardía, egoísmo, estupidez, sumisión, temor, mansura, desilusión o desolación. Eso sería cosa de tratarse (podría pero no quiero) en manual de psicología o cualquier otro engendro que no viene al caso.
Todo esto viene a cuento de Bridget, no creáis que me pierdo. Ya que aquí, lo que se viene a contar, más allá de su apariencia de comedia boba, es eso justamente, que necesitas la colaboración de dos continentes enteros, Europa y América aunando fuerzas, millones de dólares y libras (grandes gerifaltes y/o abogados muy exitosos son necesarios), y dos hombres perfectos, guapos, caballeros, elegantes y educados, amables y atentos, masoquistas y aguanta pedorras cum laude, además de amigos, padres, compañeros de trabajo, médicas y toda la tropa entera para poder llevar a buen puerto un barquichuelo tan frágil y dificultoso, semejante y tremebunda empresa.
Eso cuentan. Y eso hay en verdad. Nos lo han quitado todo. Lo hemos perdido todo. Hasta los hijos. Pronto nadie tendrá ninguno (por supuesto que no hablo de mi caso excepcional; tengo descendencia exuberante, hijos por todas partes, en cada puerto o atolladero, en cada esquina de mala muerte o palacio señero, un reguero infinito de genes esparcidos por todo el mundo para solaz de la especie, para que se perpetúe con lo mejor de siempre). Pronto lo prohibirán por inmoral e indecente, por peligroso para la salud general y dar mal ejemplo a la juventud, por odioso y fascista, muy cavernícola y también algo comunista, torero y desfasado, anacrónico y casposo. Será de mal gusto. Pasado de moda. Inconveniente, inadecuado. Ofensivo, insultante. Seguramente que muy machista y reaccionario (que los tengan ellos nueve meses en su panza cervecera y verán cómo se les acaba la tontería a esos cabrones violadores). Una excentricidad criminal
A lo sumo se harán por encargo. Exclusivamente en laboratorios, a precio de oro. Contrabando y mafias. Se venderán en covachas, junto a las armas y las drogas malas. Vendrán del tercer mundo. Habrá plantaciones de bebés patrocinadas por todas las más filantrópicas instituciones. También por Coca Cola. Sin ánimo de lucro. Producidos en serie. Mutantes. The wall.
Ahí está la Puerta de Alcalá. Bridget Jones' Baby es una distopía negra, terriblemente pesimista. Una visión oscura de nuestro futuro tan presente, que ya ha llegado y no lo queremos ver, vive con nosotros, monstruo agazapado en el sótano de nuestros sueños, pegajosamente adherido a lo diario e inadvertido, con sigilo feroz y de realidad pesadillesca por ser tan concreta y cocreta. Es un ensayo críptico-gótico. Un aviso/amenaza/anuncio de muerte. Un grito para los que no tienen oídos. Un socorro y un sarcasmo y un gorro, de cruel payaso. Tan apocalíptica y pavorosa como una bomba de neutrones, igual o peor.