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Voto de Ferdydurke:
1
6,4
1.737
Drama
Relato sobre los miembros de tres familias cuyos apartamentos están en el mismo bloque de clase media. Se trata de un joven matrimonio, Lucio y Sara, que sospecha que su vecino Renato, ha abusado de su hija; una madre, Monica cuyo marido Giorgio está siempre fuera trabajando; y una juez jubilada, Dora que ejerce el mismo trabajo de su marido Vittorio. (FILMAFFINITY)
24 de diciembre de 2023
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dios mío, qué espanto. La peor comedia (es de reír, es una brogma) jamás filmada. Todo está mal, y peor, horroroso.
De la gama infinita de la reacciones psicológicas posibles ante los hechos o cosas que les suceden a los humanos escogen siempre en este caso las más taradas, enfermas, retorcidas, sensacionalistas, lunáticas, absurdas, ridículas, increíbles, inverosímiles, disparatadas, energúmenas..., lo que provoca la estupefacción y el alucinamiento constantes (qué cojones es esto, qué demonios estoy viendo, ¿nos hemos vuelto todos definitivamente locos?).
De todas las opciones dramáticas, siempre las más exageradas, chuscas, lamentables, grotescas..., lo que produce asombro y anonadamiento, engorro, acojono.
De todas las probabilidades narrativas, siempre las más estúpidas, exageradas, forzadas, grandilocuentes, cretinas, sinsentido..., lo que precipita el delirio, el escándalo, el estropicio.
Por lo tanto, en este coso o película el azar no es solo ciego, esencia de mujer, o mamarracho, también es chapucero, inepto, infame y majadero y nada causal o casual, tan (mal) teledirigido.
En suma, acumulación vertiginosa incalculable de errores, estrambotes, horrores, desgracias, aberraciones y vergüenzas que ni al artista más amateur o indocumentado desfachatado se le permitiría estrenar en el instituto más cutre o perdido del mundo, de quitarle el carnet, de identidad, de llevarle preso por cometer un crimen de lesa majestad (como para extraditarle o desterrarle para los restos, para llevarle a la frontera y mandarle/decirle, hala, venga, majo, a tomar por culo los espárragos, viento fresco, a freír gárgaras, elemento, botarate).
(Puede haber spoiler a partir de este malhadado momento, lo siento)
La hija le dice (y se comporta como tal, con una absoluta lucidez y tranquilidad, completa racionalidad) que no ha pasado na, que no hay tal, la policía igual, la psicóloga, la madre...., la hija, la madre, el sursum corda... Y nada, que me la han violado porque yo lo digo, por mis santos cojones morenos, estoy la mar de convencido, a ciencia cierta lo tengo, soy en la materia un experto, me autodetermino, me agarro de los pelos, así, de repente, por ahí que nos sale el menda o fulano, por peteneras, sin encomendarse ni a dios ni al diablo, sin que nos digan nada, algo de su derrotero o trayectoria, de semejante personaje que se comporta de una modo tan rimbombante espeluznante aberrante para tratar de algún modo, si eso fuera posible, de explicar, justificar o, por lo menos, contextualizar, tamaño despropósito enajenado paródico paroxístico paranoico morboso obsesivo compulsivo con todo en contra, la realidad entera que le niega la abracadabrante chusquera sospecha amenaza y no hay ni modo, qué ganas locas que tiene de joderle la vida a todo el mundo por puro amor al arte, por deporte o mala leche, por inquina, rabia o complejo, por aburrimiento o desquicie, las horas del día, primero o especialmente a su hija, a la que se ve que odia con todas sus fuerzas, a la que quiere crear un trauma terrible como sea, caiga quien caiga, y después al pobre viejo moribundo, se ve que se ceba con los débiles (solo hay que ver cómo agacha la cabeza cuando su mujer le pone firme o le llama al orden, cómo se baja del coche con el rabo entre las piernas) y se arruga ante los fuertes, al que casi asesina de la peor de las maneras, a sangre fría, tengo una excusa, y también a su esposa a la que quiere amargar o convencer de su malintencionada quimera o hasta a los vecinos o familiares del anciano enfermo, capaz de mandarlo todo, dolor veo, a la mierda de la manera más grosera/obscena, erre que erre, pena.
Vemos, igualmente, a la chavala guapa desde el primer segundo intentando follarse a la desesperada, ahora o nunca, no hay otra, al tío ese tan repulsivo enloquecido, y utilizando, para ello, unas artimañas tan risibles y evidentes que, claro, hasta ese tremendo alcornoque cae en sus redes y... el himeneo que me mareo, la denuncia falsa nunca y... mejor dejarlo...
Vemos, lo mismo, a un chico pimpollo completamente alelado alienado embrutecido borracho y asesino dando patadas de ahogado a su padre tirado en el suelo en las costillas en el alma que esto parece un pavoroso abyecto programa de la tele sin que tampoco nos expliquen nada de nadie, cómo es posible que hayan llegado a tan sin retorno puto punto las cosas, más allá, de alguna penosa vaguedad y, una hora después, tres o cuatro tópicos tan obvios como tristes que no tienen ningún fuste y que reducen la conducta humana al consultorio sentimental psiquiátrico psicotrónico de la revista pronto (si existe o existió alguna vez ese ente estupendo), de la señorita francis o pepis, que señala el contumaz homicida y que parecen puestos por el ayuntamiento o la autoridad competente, por un muy mal escritor o guionista posible seguramente.
Vemos a ese mismo padre decir enormidades quebrantahuesos como si tal cosa, como si nada, como el que respira, sin movérsele un músculo de la cara ni temblarle el pulso, caérsele la cara de vergüenza o cantar, por lo -qué- menos, para amenizar la función, una saeta al santo cristo de los gitanos, y rematar la faena soltando un delirante ultimátum tremens a su santa esposa, elige entre él y yo, hermosa, todo o nada, si sale con barba, san antón, y si no, la purísima concepción, anda, qué fue antes, la gallina turulata turuleca tururú de fua o la puta cabrona caponata, el pelo del huevo o la santa inquisición, colón, maja, arrea, azul o rojo, venga, tómate la pastilla, parienta, mía esposa, nena.
De la gama infinita de la reacciones psicológicas posibles ante los hechos o cosas que les suceden a los humanos escogen siempre en este caso las más taradas, enfermas, retorcidas, sensacionalistas, lunáticas, absurdas, ridículas, increíbles, inverosímiles, disparatadas, energúmenas..., lo que provoca la estupefacción y el alucinamiento constantes (qué cojones es esto, qué demonios estoy viendo, ¿nos hemos vuelto todos definitivamente locos?).
De todas las opciones dramáticas, siempre las más exageradas, chuscas, lamentables, grotescas..., lo que produce asombro y anonadamiento, engorro, acojono.
De todas las probabilidades narrativas, siempre las más estúpidas, exageradas, forzadas, grandilocuentes, cretinas, sinsentido..., lo que precipita el delirio, el escándalo, el estropicio.
Por lo tanto, en este coso o película el azar no es solo ciego, esencia de mujer, o mamarracho, también es chapucero, inepto, infame y majadero y nada causal o casual, tan (mal) teledirigido.
En suma, acumulación vertiginosa incalculable de errores, estrambotes, horrores, desgracias, aberraciones y vergüenzas que ni al artista más amateur o indocumentado desfachatado se le permitiría estrenar en el instituto más cutre o perdido del mundo, de quitarle el carnet, de identidad, de llevarle preso por cometer un crimen de lesa majestad (como para extraditarle o desterrarle para los restos, para llevarle a la frontera y mandarle/decirle, hala, venga, majo, a tomar por culo los espárragos, viento fresco, a freír gárgaras, elemento, botarate).
(Puede haber spoiler a partir de este malhadado momento, lo siento)
La hija le dice (y se comporta como tal, con una absoluta lucidez y tranquilidad, completa racionalidad) que no ha pasado na, que no hay tal, la policía igual, la psicóloga, la madre...., la hija, la madre, el sursum corda... Y nada, que me la han violado porque yo lo digo, por mis santos cojones morenos, estoy la mar de convencido, a ciencia cierta lo tengo, soy en la materia un experto, me autodetermino, me agarro de los pelos, así, de repente, por ahí que nos sale el menda o fulano, por peteneras, sin encomendarse ni a dios ni al diablo, sin que nos digan nada, algo de su derrotero o trayectoria, de semejante personaje que se comporta de una modo tan rimbombante espeluznante aberrante para tratar de algún modo, si eso fuera posible, de explicar, justificar o, por lo menos, contextualizar, tamaño despropósito enajenado paródico paroxístico paranoico morboso obsesivo compulsivo con todo en contra, la realidad entera que le niega la abracadabrante chusquera sospecha amenaza y no hay ni modo, qué ganas locas que tiene de joderle la vida a todo el mundo por puro amor al arte, por deporte o mala leche, por inquina, rabia o complejo, por aburrimiento o desquicie, las horas del día, primero o especialmente a su hija, a la que se ve que odia con todas sus fuerzas, a la que quiere crear un trauma terrible como sea, caiga quien caiga, y después al pobre viejo moribundo, se ve que se ceba con los débiles (solo hay que ver cómo agacha la cabeza cuando su mujer le pone firme o le llama al orden, cómo se baja del coche con el rabo entre las piernas) y se arruga ante los fuertes, al que casi asesina de la peor de las maneras, a sangre fría, tengo una excusa, y también a su esposa a la que quiere amargar o convencer de su malintencionada quimera o hasta a los vecinos o familiares del anciano enfermo, capaz de mandarlo todo, dolor veo, a la mierda de la manera más grosera/obscena, erre que erre, pena.
Vemos, igualmente, a la chavala guapa desde el primer segundo intentando follarse a la desesperada, ahora o nunca, no hay otra, al tío ese tan repulsivo enloquecido, y utilizando, para ello, unas artimañas tan risibles y evidentes que, claro, hasta ese tremendo alcornoque cae en sus redes y... el himeneo que me mareo, la denuncia falsa nunca y... mejor dejarlo...
Vemos, lo mismo, a un chico pimpollo completamente alelado alienado embrutecido borracho y asesino dando patadas de ahogado a su padre tirado en el suelo en las costillas en el alma que esto parece un pavoroso abyecto programa de la tele sin que tampoco nos expliquen nada de nadie, cómo es posible que hayan llegado a tan sin retorno puto punto las cosas, más allá, de alguna penosa vaguedad y, una hora después, tres o cuatro tópicos tan obvios como tristes que no tienen ningún fuste y que reducen la conducta humana al consultorio sentimental psiquiátrico psicotrónico de la revista pronto (si existe o existió alguna vez ese ente estupendo), de la señorita francis o pepis, que señala el contumaz homicida y que parecen puestos por el ayuntamiento o la autoridad competente, por un muy mal escritor o guionista posible seguramente.
Vemos a ese mismo padre decir enormidades quebrantahuesos como si tal cosa, como si nada, como el que respira, sin movérsele un músculo de la cara ni temblarle el pulso, caérsele la cara de vergüenza o cantar, por lo -qué- menos, para amenizar la función, una saeta al santo cristo de los gitanos, y rematar la faena soltando un delirante ultimátum tremens a su santa esposa, elige entre él y yo, hermosa, todo o nada, si sale con barba, san antón, y si no, la purísima concepción, anda, qué fue antes, la gallina turulata turuleca tururú de fua o la puta cabrona caponata, el pelo del huevo o la santa inquisición, colón, maja, arrea, azul o rojo, venga, tómate la pastilla, parienta, mía esposa, nena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Vemos a esa misma desnortada mamma emprender la búsqueda, odisea homérica mediante portante portátil, de su nene envuelta en un pesadillesco descenso a los infiernos de la solidaridad y la pena, turbamulta, extranjería, di no al racismo y la xenofobia, relámpago y tormenta, semos buenos, nasíos pa' ayudar, hardcore: un mundo oculto, no sin mi hijo, lamérica, en el que aprende y se deleita, y, de paso, algo o mucho nos instruye, encuentra la luz y el camino, el túnel y su salida, venga, compra.
Vemos a una mujer recién parida que dice que teme volverse loca como su querida perturbada ascendiente que perdió el oremus y la chaveta, ya no más rige, nadie a su volante, cuando la tuvo, no sabemos si por suerte o por desgracia, a ella misma y al segundo siguiente... se... vuelve... sí... total y completamente loca, como una cabra montesa, ve... visiones... pajaricos y pajarracos, el nido, de la cigüeña el vuelo, pájaro carpintero, paloma de la paz tan mensajera, cría cuervos, y no nos dicen nada de por qué no habla con nadie, de por qué no tiene ningún amigo/amiga, ningún familiar o conocido, absolutamente nadie alrededor cerca con el que poder charlar o expansionar (no parece una isla perdida en medio del océano, náufraga, tampoco la patagonia, un iglú en el polo norte, una celda de aislamiento, finlandia, un zulo, una tumba india o la conchinchina, más bien se asemeja algo a Italia, casi a una moderna corrala, ahí es nada), domiciliario arresto, ni de por qué está tan mal, tan pallá o pacá, extraviada, cazando moscas, sonada, con el telele, la caraja.
Vemos a ese marido que se pasa temporadas enteras lejos de casa, el italiano errante, marco, de los apeninos a los andes, polo, capitán pescanova, miguel strogoff, ulises, durante años de pertinaz sequía afectiva y tanta soledad rampante sin ponerle algún tipo de remedio (a ello, al aislamiento supino consecutivo) y sin que nos expliquen nada al respecto (se ve que eso supone mucho arduo empeño), de tanta locura e imposibilidad nada más que idiotez y vaciedad.
Vemos que se pierde (como le pasaba al pobre viejo) y... mejor dejarlo... estar (por ahora, siempre).
Vemos (cosas que no creeríais)...
Y al final... jajaja, la felicidad a aa a, todo acaba más o menos bien, con la miel, y su panal, en los labios, con la hoja de laurel en la testa, con/camino de España (puede haber mejor solución colofón, el dorado, el paraíso en la tierra de promisión y buena esperanza, el santo grial, la caraba y el carajo, la más sagrada descojonación) y con la loca de los pájaros y hermanos (faltó Rocco) tan sonriente, pabernosmatao y a última hora, in extremis, por los pelos, de la burra, nos hemos salvao. Vamos a bailar un tumbao, una rumba, una milonga y lo que nos echen, será por piernas y espinazo, por doblarnos y no partirnos, salvajes juncos.
De récord, y cerveza, que no falte, guinness, creo que no debe haber ningún plano sin algún quilombo, gatuperio o mamarrachada importante, de no te menees mientras cobro, tente.
Y, azarosamente, tan casualmente, la hija, ya crecidita (quién es esa, no se le parece, ¿cambiazo?) le dice, oh, sorpresa, sorpresa, quién lo podía imaginar (lo sabían hasta las algas marinas, las hojas del bosque de Sherwood de Caperucita en el que se perdieron, lo sabían David el gnomo, los enanos mayestáticos y todos sus congéneres camaradas, las abejas del panal de rica miel con la abeja Maya a la cabeza y lo sabía incluso la antimateria que es un poco despistada y encontradiza, que a lo suyo siempre anda), que no pasó nada con el viejo, qué alivio, madre mía, estamos sanos, puros, inmaculados, sin tacha ninguna (qué falta de arte para poder crear ambigüedad, duda, indeterminación, complejidad o sombra, nada, obviedad, tosquedad, socavón, coscorrón, tontería, tremenda evidencia, qué grueso, desde cualquier punto de vista, superficial, plano, forzado, falso, mal hecho, ampuloso, hierático, gélido, mal teatral y estúpido todo, qué falta de gusto o tacto, de tiento, rigor y criterio).
Vemos a una mujer recién parida que dice que teme volverse loca como su querida perturbada ascendiente que perdió el oremus y la chaveta, ya no más rige, nadie a su volante, cuando la tuvo, no sabemos si por suerte o por desgracia, a ella misma y al segundo siguiente... se... vuelve... sí... total y completamente loca, como una cabra montesa, ve... visiones... pajaricos y pajarracos, el nido, de la cigüeña el vuelo, pájaro carpintero, paloma de la paz tan mensajera, cría cuervos, y no nos dicen nada de por qué no habla con nadie, de por qué no tiene ningún amigo/amiga, ningún familiar o conocido, absolutamente nadie alrededor cerca con el que poder charlar o expansionar (no parece una isla perdida en medio del océano, náufraga, tampoco la patagonia, un iglú en el polo norte, una celda de aislamiento, finlandia, un zulo, una tumba india o la conchinchina, más bien se asemeja algo a Italia, casi a una moderna corrala, ahí es nada), domiciliario arresto, ni de por qué está tan mal, tan pallá o pacá, extraviada, cazando moscas, sonada, con el telele, la caraja.
Vemos a ese marido que se pasa temporadas enteras lejos de casa, el italiano errante, marco, de los apeninos a los andes, polo, capitán pescanova, miguel strogoff, ulises, durante años de pertinaz sequía afectiva y tanta soledad rampante sin ponerle algún tipo de remedio (a ello, al aislamiento supino consecutivo) y sin que nos expliquen nada al respecto (se ve que eso supone mucho arduo empeño), de tanta locura e imposibilidad nada más que idiotez y vaciedad.
Vemos que se pierde (como le pasaba al pobre viejo) y... mejor dejarlo... estar (por ahora, siempre).
Vemos (cosas que no creeríais)...
Y al final... jajaja, la felicidad a aa a, todo acaba más o menos bien, con la miel, y su panal, en los labios, con la hoja de laurel en la testa, con/camino de España (puede haber mejor solución colofón, el dorado, el paraíso en la tierra de promisión y buena esperanza, el santo grial, la caraba y el carajo, la más sagrada descojonación) y con la loca de los pájaros y hermanos (faltó Rocco) tan sonriente, pabernosmatao y a última hora, in extremis, por los pelos, de la burra, nos hemos salvao. Vamos a bailar un tumbao, una rumba, una milonga y lo que nos echen, será por piernas y espinazo, por doblarnos y no partirnos, salvajes juncos.
De récord, y cerveza, que no falte, guinness, creo que no debe haber ningún plano sin algún quilombo, gatuperio o mamarrachada importante, de no te menees mientras cobro, tente.
Y, azarosamente, tan casualmente, la hija, ya crecidita (quién es esa, no se le parece, ¿cambiazo?) le dice, oh, sorpresa, sorpresa, quién lo podía imaginar (lo sabían hasta las algas marinas, las hojas del bosque de Sherwood de Caperucita en el que se perdieron, lo sabían David el gnomo, los enanos mayestáticos y todos sus congéneres camaradas, las abejas del panal de rica miel con la abeja Maya a la cabeza y lo sabía incluso la antimateria que es un poco despistada y encontradiza, que a lo suyo siempre anda), que no pasó nada con el viejo, qué alivio, madre mía, estamos sanos, puros, inmaculados, sin tacha ninguna (qué falta de arte para poder crear ambigüedad, duda, indeterminación, complejidad o sombra, nada, obviedad, tosquedad, socavón, coscorrón, tontería, tremenda evidencia, qué grueso, desde cualquier punto de vista, superficial, plano, forzado, falso, mal hecho, ampuloso, hierático, gélido, mal teatral y estúpido todo, qué falta de gusto o tacto, de tiento, rigor y criterio).