Una catársis autobiográfica de su director que camina al borde de la nostalgía y la complacencia narrada con una caligrafía sencilla, hermosa y honesta al poner en la balanza las relaciones de unos padres sexadores de pollos, cruel ofício, que intentan abandonar iniciando una aventura de superación vital en el sueño americano tras la apertura a la inmigración asiática tras décadas de prohibición. La cosa transcurre en una Arkansas rural en la que ni por asomo aparece el segregacionismo racial que ha empañado su historia. Si la familia hubiera sido aforamericana o mexicana..., claro que cada cual cuenta la feria según le va en ella.

Empatizamos con unos personajes creíbles que cosiguen mantener sus lazos familiares a pesar de sus adversidades, destacando esa abuela malhablada y entrañable que le ha valido el Oscar a Youn Yuh-jung. El Minari es una planta que tiene sus defectos, huele mal, sin embargo es muy polivalente, crece principalmente en asia pero también en europa y sobre todo después de que muere renace con más fuerza. La metáfora está servida.

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