En estas nuevas franquicias Christie que comanda Branagh todo está hiperbólicamente idealizado, teatralizado, exagerado artificialmente como el bigote que luce este Poirot disfrazado de Branagh. El CGI, mejor o peor, solo viene a poner la guinda sobre la emperifollada propuesta. Sumado al egocentrismo de Branagh, que compite sin tapujos con el del propio Poirot, tenemos un producto "blockbuster", más al gusto USA que al británico por mucho que sea una coproducción y todo ello en detrimento del misterio y la intriga que viene a ser el mejor condimento de doña Agatha Christie (1890-1976) que en gloria esté y de la que devoré con placer todas sus novelas en mi adolescencia.

Por otro lado, en la gran pantalla el elenco de sospechosos ha sido siempre más un escaparate de actores de relumbrón con vistas a la taquilla que una galería de perfiles psicológicos que tan bien dibujaba la Christie. El mejor ejemplo de ello es la versión del 78 de John Guillermin, que tampoco es como para tirar cohetes a pesar de que el reparto está a años luz del de esta entrega. Branagh además remueve lo que haga falta para que cumpla con las "leyes" Woke que últimamente tienen a Disney como abanderado principal.

Hay que reconocer que el director mejora su anterior propuesta sobre "Asesinato en el Orient Express", aunque no era muy difícil hacerlo dado la baja altura del listón que tenía y sobre todo me quedo con el diseño de vestuario del español Paco Delgado que se quedó injustamente fuera de la nominación a los Oscar.

Una vez terminadas las dos horas necesité urgentemente revisionar "Muerte en el Nilo" dentro de la sobresaliente serie: "Agatha Christie: Poirot"(Prime video / Filmin), para poder disfrutar una vez más de la novela, y del inigualable David Suchet en el que el famoso detective belga tuvo a bien reencarnarse. Esa versión sí que mantiene los pies en la tierra o en el Nilo de finales de los 30 del siglo XX donde faltaba muy poquito para que el mundo que simbolizan sus personajes se extinguiera sin remisión.

cineziete