Como es sabido una cosa lleva a la otra y a tenor del estreno este año del primer largo de Lorenzo Mattotti que comentamos en este mes, nos vamos a su estreno en la animación cinematográfica allá por el 2007 junto con otros cinco ilustradores. Media docena de trabajos de animación con distintas técnicas amalgamados por Etienne Robial que conforman un claroscuro y nunca mejor dicho sobre buena parte de nuestra galería de miedos acompañados de unas cuantas reflexiones existencialistas al ritmo de figuras geométricas que chisporrotean como cables de alta tensión surrealista.

No es que den miedo, pero acechan en los blancos, negros y grises donde se esconden nuestras pesadillas. Sin duda lo más destacado es su faceta artística y a los que ya peinamos canas nos evocan aquel "Comix internacional" de Toutain de la década de los 80. Comics para adultos con las mejores firmas y que desgraciadamente no fueron lo suficientemente rentables como para permanecer en los kioscos. Supongo que este tipo de aventuras trasladadas a la gran pantalla como la que nos ocupa tienen las mismas dificultades. Pero de vez en cuando nos regalan la vista y el espíritu. A si es que a degustarlos sin prisa. Sobre todo (mi preferido) el del ilustrador norteamericano McGuire, una delicatessen de luz y oscuridad.

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