No es una película de terror convencional de las que estamos acostumbrados desde hace más de una década, esta película no juega con el susto gratuito si no con el juego del tempo lento para crear inseguridad y mucha, pero bastante tensión en el espectador. Tiene una fotografía maravillosa, hay escenas largas y paradas que crean cierto nerviosismo en el ambiente y la ausencia total de banda sonora excepto los sonidos de ambiente, hacen que dichos momentos de la película sean realmente aterradores por su ausencia de movimiento. La historia no es nada del otro mundo, es más, otra película más donde el niño es malo y la madre lo sufre, pero la forma en la que el director plasma esto en la gran pantalla es digno de un aplauso. Tanto la actriz que hace el papel de madre y el actor que hace del papel de hijo, hacen un trabajo muy bueno, que atrapa al espectador. La utilización de planos no tan convencionales es sin duda uno de sus puntos más fuertes.