Es entretenida. Una mujer que camina por un lago helado de inteligencia, con el miedo de que la fina capa de hielo se rompa, cayendo en la oscuridad de la locura.

Tiene motivos, pues su padre era exactamente igual. Un genio que terminó perdiendo la cabeza. La historia es interesante, y digamos que se divide en dos partes que se van intercalando. Por un lado, el presente, con la protagonista lidiando con su hermana, preparando el entierro del padre e intentando demostrar, incluso a sí misma, que ha heredado sus dotes matemáticas pero no su frágil cordura. Por otro lado el pasado, la época en que cuidaba de su padre, marcada por el cariño, la tristeza y la felicidad.

La película es simple y está bien realizada. Tiene una estupenda fotografía y una aún más estupenda Gwyneth Paltrow, lo mejor de la cinta. El resto del reparto, exceptuando a Hopkins, no transmiten nada y empañan el resultado final. Y hablando de final, no me ha gustado. Los últimos minutos son apurados y nada creíbles. Se ve que la idea de cómo terminar no estaba del todo clara y se ha tirado por lo fácil.

Podía estar mejor. Pero para pasar el rato no es mala elección.