Decir Hammer es decir serie B británica, honrada, nostálgica mito y mítica, como el cine clásico de la Universal pero con menos perras. Obviamente, no todas sus películas fueron obras maestras pero esta, de título absurdamente traducido, puede ajustarse bien a la petición "ponme algo de ellos, pero que sea bueno". A pesar de no tratarse de una obra redonda, he de decir que el guión es modélico y contiene tantos buenos detalles que da lo mismo; la narración está perfectamente dosificada, creando el suspense necesario, y juega perfectamente con la carencia de medios para introducirnos en una trama de ciencia ficción muy alejada de lo hecho en la última década, siendo el elemento básico la inteligencia del espectador. Sin embargo, el mayor valor de esta película es que lo que plantea ha estado nutriendo al género en los últimos treinta años; se trata de la típica joyita escondida solo apreciada por unos pocos y que ha sido plagiada sin piedad por sus hermanos mayores (en presupuesto, no en talento). Como no quiero revelar nada, ver spoiler, pero solo diré que en el metro de Londres los operarios han desenterrado algo muy inquietante...