Aproximadamente hace dos meses tuve la tarea de proponer una lista de doce películas, una por género, como recomendación al terapeuta llámese psicólogo, psiquiatra o psicoanalista, en donde tenga claros ejemplos de la complejidad de la conducta humana, su motivación, sentir, respuestas dentro del entorno en el que estén inmersos los personajes, así como un acercamiento del especialista al séptimo arte, en la que vaya mucho más allá como el simple entretenimiento. Para este momento tengo en mis manos dos ejemplares finales, de drama (Babel) y fantástico (El laberinto del fauno), donde cada propuesta ofrece una gran variedad de comportamientos idóneos para su estudio.

El género de terror no fue la excepción y al hacer un recorrido por mi colección visual, he recordado este filme, el cual logra el objetivo, tenernos en “alta tensión” real. No hay rodeos, es directa y sin tapujos, gore por excelencia, pero no existe esa profundidad que permita indagar al espectador sobre el comportamiento de la protagonista y se queda en el simple intento y con un final gratuito, mal elaborado. Escenas editadas e incluidas que entorpecen el desarrollo y la credibilidad para un resultado óptimo como el de Amenabar en “Los otros”, el cual han citado otras críticas en este sitio

La labor a realizar hizo que me topara con el trabajo hecho por Ajá y volver a recordar ese final por demás gratuito que la llevó hasta la clasificación que puse para el 2005, mala, mala, mala. El despertar del miedo (titulo dado en México) como ejemplar del subgénero gore, no alcanza la recomendación para los médicos de salud mental, ni para cualquier persona asidua al cine. Si ese fuera el caso, las dosis de Seroquel, Tegretol, Prosertin, Protalgine, Aropax, entre otros (no es comercial), tendrían que tomarlos tanto el especialista como el paciente.

El capricho por llevar a cuadro sangre y vísceras sigue conduciendo al declive el género y son escasos ejemplos que realmente sustentan el ejercicio, Happy Fan Boy y Ralph saben a los que me refiero. Saludos.