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Voto de Juan Marey:
9
Drama. Comedia. Bélico Inglaterra, Guerra de los Cien Años (ss. XIV y XV). Enrique IV, primer monarca de la dinastía de los Lancaster, en 1399 le arrebata el trono a su primo Ricardo II. Adaptación de varias obras de Shakespeare: "Enrique IV", "Enrique V", "Las alegres comadres de Windsor" y "Ricardo II". (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Campanadas a medianoche” fue la última película realizada en blanco y negro por el maestro Welles, y una de las últimas obras que pudo concluir hasta su fallecimiento en 1985. Surge gracias a la decisión y la valentía del productor español Emiliano Piedra, quien, ilusionado con la posibilidad de trabajar con esta leyenda del cine, no dudó en llevar a término la producción de la película (modesta, pero eficaz), a sabiendas de que no reportaría muchos beneficios. A pesar de todos los pesares, la colaboración entre Piedra y Welles no pudo ser más fructífera artísticamente, y dio lugar a una de las mejores películas de producción española (hispano-suiza, en concreto) de la historia del cine.

Rodado enteramente en nuestro país, el filme despliega lo mejor del talento de su realizador, con su brío y dinamismo habituales, para adaptar varias obras de Shakespeare con el personaje de Falstaff como eje principal de todas ellas. Conversaciones o pensamientos seccionados en dos o más planos, miradas sostenidas, cambios de perspectiva por medio de encuadres picados o contrapicados… Welles emplea todo el arsenal visual cinematográfico, aprovechando los medios de que dispone, ejemplo de ello es la estupenda batalla, una de las más memorables de la historia del cine a pesar del ajustado presupuesto. Y si a nivel técnico y estético, “Campanadas a medianoche” es espectacular, el guión es el que convierte a esta película en eterna, diálogos ingeniosos, personajes de carácter y una historia que nos habla de madurez, vicios, amistad, amor, conspiraciones, guerras, honor… Y traición.

Apoyado por un gran equipo de actores (además del propio Welles, también intervienen Jeanne Moreau, Margaret Rutherford - genial como Mrs. Quickly -, Norman Rodway, Fernando Rey, o la hija de Welles, Beatrice, como actriz infantil), con el ingenio por bandera en la escenografía y el vestuario, al frente de cuyo diseño estuvo el propio Welles - y que utilizó restos procedentes del rodaje de “El Cid” -, e imprimiendo un gran valor estético a cada uno de los encuadres, Welles consigue paliar los defectos técnicos e insuflar notable plasticidad a los textos de Shakespeare, permitiendo que, vista varias décadas después, la película mantenga una refrescante y contagiosa sensación de vida. Una estupenda película.
Juan Marey
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