Me apetecía ver la despedida cinematográfica de la gran Rosa María Sardá, antes de que nos dejase definitivamente. Pero, sinceramente, si tenéis algún respeto por ella, saltaos esta película en vuestra cinematografía. Ya cuando vino a la Seminci Ángeles Reiné comentó las dificultades que había pasado para poder rodarla y suponía que no iba a ser nada del otro mundo, pero no este desastre. Porque sí, tan gran actriz merecía una película mejor de despedida, y puede que su actuación sea lo único medianamente salvable.

¿El resto? Madre mía, es que no sé ni por dónde empezar. Es un rotundo desastre a todos los niveles. A pesar de que el reparto es potente no puede estar más desaprovechado por personajes desdibujados o ya, directamente, inexistentes (como es el caso de Verónica Forqué, que hace de ella misma). Ingrid García Jonsson lo intenta, pero su personaje me cae mal y ya no te digo el de David Verdaguer. El resto mejor no los menciono.

A partir de ahí, puedes ir línea por línea enumerando el desastre que supone la producción: mal guión (fatalmente rematado), malos decorados (¿por qué parece todo tan sumamente artificial?), mala producción (el nivel “artístico” es bastante nulo).

En definitiva, una mala película.

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