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España España · Mexico
Voto de Alfie:
10
Drama Edmund, un niño de doce años, intenta sobrevivir a las duras condiciones de la postguerra alemana, especialmente en Berlín, una ciudad que ha quedado completamente derruida tras la Segunda Guerra Mundial. (FILMAFFINITY)
2 de febrero de 2010
49 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, “Germania, Anno Zero” es una película impactante, colosal. Mire por donde se mire es una de esas películas que quedan marcadas a fuego, sobre todo en el primer encuentro. Es tal su trascendencia, su valor histórico y sus cualidades, que se escapan a las pocas líneas que uno pueda escribir aquí. Porque te puedes detener en esas imágenes y estudiar cada fotograma como documento fidedigno de una realidad que pocos conocen (Berlín pocos meses después de finalizar la SGM). También puedes incidir en esa sociedad destrozada, con unas cuantas generaciones perdidas, y que Rossellini retrata eliminando los hombres jóvenes de sus imágenes. O como no, advertir el comportamiento aliado como mero turista que compra macabros recuerdos y acude a cabarets. Y que me dicen de los vestigios del nazismo representados en la figura del maestro, persona execrable y repugnante y que llena de odio la pantalla con su sola aparición. Por no entrar en valoraciones morales que suponen en esta obra horas de disertación, sobre todo en la evolución de ese niño-hombre.

Pero me quedo con algo. Aislándome de lo comentado anteriormente me detengo en un aspecto que va más allá del film. Y va más allá porque nadie sabía en ese momento cuales eran las perspectivas de esa Alemania devastada y sin futuro cierto, si es que lo tenía. Pues resulta que el gran Rossellini predice, en un discurso inolvidable del padre de Edmund a su hijo mayor (además, en un momento crucial de la película), el camino que el pueblo alemán va a tomar hasta llegar otra vez a lo que es hoy: un gran país del que tanto tenemos que aprender y envidiar. Porque, leyendo esto, parece que todos esos testarudos teutones escucharon al cineasta:

“Todo me ha sido arrebatado. Mi dinero por la inflación y mis hijos por Hitler. Debería haberme rebelado pero era demasiado débil. Como tantos otros de mi generación. Hemos presenciado cómo se acercaba la desgracia y no la hemos detenido y ahora sufrimos las consecuencias. Hoy estamos pagando por nuestros errores. Todos. Yo igual que tú. Debemos ser conscientes de nuestra culpa. Porque con lamentos no se soluciona nada. Tengo los días contados pero tú aún eres joven. Todavía puedes hacer muchas cosas buenas. Demuestra que eres un hombre (…) No te rindas más. Termina con esta vida de animal acosado. Debes volver a vivir entre las gentes, tienes que volver al mundo. No es una vergüenza fabricar tu propio destino. Yo también fui soldado en la 1ª Guerra Mundial (...) Parecía que ninguna fuerza del mundo pudiera detenernos. Pero de repente todo cambió. Primero la derrota y luego la Revolución. Incluso lloré cuando me arrancaron los galones. No se me puede acusar de no haber sido un buen alemán. A pesar de ello, durante estos años tan difíciles...ahora puedo confesarlo; no he esperado otra cosa que la caída del tercer Reich y su destrucción. No quiero ni pensar cuál hubiera sido la suerte del mundo si las cosas hubiesen sido de otro modo.”

…y Alemania se levantó.
Alfie
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