Es la segunda vez que veo este largometraje, y, pidiéndome Filmaffinity que dé un título a mi crítica, no sé qué escribir, por lo que me he decidido por un título que, sin lugar a dudas, no hace honor al film, ni logra describirlo, ni sintetizarlo. Al fin y al cabo, es muy difícil definir, en pocas palabras, lo que es esta película. Sí, es un musical, una comedia, y una comedia musical, y una parodia, y es cine de terror, y cine de ciencia-ficción, y una pesadilla erótica, y un canto a la libertad sexual, y al travestismo, y una apología del placer (sexual o no), y de lo raro, lo monstruoso, lo "freak", pero es mucho más que eso. Más, incluso, que un film de culto que merece el culto que ha creado a lo largo de los años. Más, incluso, que una gamberrada increíblemente genial, divertida y provocadora.

No podía ser de otro modo, cuando se plantea como un musical rock (tan a la moda en los años 70) que a su vez trata de unir horror y humor, a partir de un sentido y cinéfilo homenaje al cine fantástico de bajo presupuesto de décadas pasadas, los 50 y los 60; un cine de sesión doble, un cine de madrugada, un cine raro, hecho con cuatro cuartos. Pese a su sofisticación, el film de Sharman está total y profundamente inmerso en la cultura popular del siglo XX, y tiene mucho de cultura popular, ya que une cine popular, música popular, cierto sentido de cómic, y de literatura popular, de cuento...Las referencias a determinados cuadros y pinturas también se hacen notar, y mucho. "The Rocky Horror..." es un monstruo de Frankenstein posmoderno que recoge toda la cultura de su tiempo, haciendo con ella un delirante "patchwork" que es, pese a todo, original y personal.

"The Rocky Horror..." es también, tanto para el espectador como para Brad y Janet, un viaje, una experiencia, una catarsis. Qué será de ellos, después, no lo sabremos, pero sí queda claro que los personajes "normales", "correctos", "buenos", son desnudados, pervertidos, humillados, transformados.

Y, si me tuviera que quedar con un momento de este film delirante, me quedaría con el que quizá es el momento más delirante: Meat Loaf cantando "Hot Patootie".