Hit indiscutible en los videoclubs de la época, tenemos a William Katt, (plenamente de moda en la época por su papel de superhéroe en el gran héroe americano), como un escritor veterano de la guerra del Vietnam, que tras la muerte de su tía, hereda su casa, en la cual años atrás perdió a su hijo en extrañas circunstancias. Una vez instalado comienza a tener dantescas y agresivas apariciones, entre las que destaca la de un antiguo compañero de filas, que luce como una especie de soldado zombie, con su casco y todo. Ayudado por un metomentodo vecino, (George Wendt, el Norm de Cheers), decide enfrentarse a las fuerzas de la oscuridad, dando como resultado una delirante película, ora terrorífica, ora desopilante, con unos magníficos efectos especiales para la época. Dirige Steve Miner, que venía de rodar las dos primeras secuelas de viernes 13 y con un guion de Fred Dekker, (el responsable de aquella delicia con toque zombie: el terror llama a su puerta). Entretinidisima película, que la he vuelto a ver en alguna emisión de televisión, disfrutando con ella como el primer día. Absolutamente recomendable.