Con “Munich” Steven Spielberg vuelve a dar una lección de cine, y a demostrar que es uno de los mejores realizadores de todos los tiempos.

En esta ocasión la propuesta es arriesgada, polémica, y casi diría que anticomercial. Durante cerca de tres horas presenciamos todo el desarrollo de la llamada “Operación Ira de Dios”(que fue la respuesta israelí a la matanza de atletas de ese país a manos del grupo terrorista “Septiembre Negro”), y acompañamos al comando responsable de dicha misión. Cinco hombres especializados en distintas facetas (un pistolero, un falsificador, un especialista en explosivos…) que al principio afrontan con seguridad y convicción su cometido, pero más tarde con dudas y remordimientos. Creo que el hecho de que Spielberg haya tratado de ser imparcial redunda en beneficio de la película. Tanto israelíes como palestinos tienen ocasión de plantear sus posiciones ante el conflicto, si bien el gobierno de Israel y algunas asociaciones judías han mostrado su descontento por el filme (cierto es que Israel y sus servicios secretos no salen muy bien parados terminada la película).

A pesar de su larga duración Spielberg consigue dotar a la película de un ritmo que nunca decae, y de un estilo que recuerda a algunos de los mejores thrillers de los años 70 como “Chacal”, “French Connection”, o “Los tres Días del Cóndor”.

En cuanto al reparto, la decisión de contar esta vez con actores competentes en lugar de grandes estrellas, constituye todo un acierto. Todos ellos hacen una excelente labor, en especial Eric Bana, Geoffrey Rush, Ciarán Hinds, pero el que se lleva la palma es Michael Lonsdale (quien no por casualidad, fue protagonista de “Chacal” en los 70) en el papel del informante francés. La partitura de John Williams es en esta ocasión bastante funcional, al servicio de las imágenes, no habiendo ningún tema especialmente destacable. La ambientación setentera (vestuario, diseño de producción, selección de canciones…) también merece una mención especial.

En conclusión, un trabajo magistral a la altura de las mejores obras de este director, e imprescindible para entender la situación actual del mundo. Absténganse estómagos sensibles (hay escenas muy crudas), y no esperen ver el optimismo de otros trabajos de Spielberg. La película deja muy mal cuerpo. Avisados quedan.