Ya no solo es que yo podría prever que la película iba a ser bastante mala que por supuesto lo es y mucho, pero que aún encima te vendan esta tontería como una película de terror me cabrea bastante. Esta tontería en la que podemos ver un pastelazo romántico capaz incluso de hacer vomitar a Garry Marshall no infunde terror ni nada en el cuerpo. Y aún encima es que esa relación romántica es vomítima. Tan solo logra que me entre ira homicida hacía esa directora tan incompetente.

Así que nos encontramos ante una película completamente cutre, con un guión de pacotilla sacado de algún demente, con un Olivier Martinez que está como para cortarle el cuello y con el resto de actores que deberían ser condenados a cadena perpetua. Eso por no hablar de las chapuceras escenas que podemos observar a lo largo de la película que harían incluso hacer vomitar a nuestro adorado y fiel servidor el Dr. Uwe Boll.

Otra más de terror de adolescentes de esas que jamás deberían estrenarse en cines. Se deberían coger todas las copias que hay de la cinta y hacer que sufran un pequeño “accidente”.