Cuando parecían enterradas definitivamente las películas “de romanos”, aparece Neil Marshall para ambientar un film en tierras escocesas, en un momento en que el imperio romano empezaba a tambalearse y su poder comenzaba a ser discutido por otros pueblos fronterizos. Es el caso de los pictos, guerreros despiadados que azotan continuamente los puestos fronterizos razón por la que los altos mandos deciden enviar una legión para exterminarlos.

Es cierto que Marshall se ha fijado en modelos del pasado para construir su largometraje. Se puede reconocer cierta influencia de films como “La caída del imperio romano” o “Espartaco” (en especial en la escena de la batalla contra los pictos). Pero la verdad es que el realizador le ha querido imprimir una apariencia de hiperrealidad así como elementos de su propia cosecha. Así, no estamos ante una clásica película con tonos épicos y enfrentamientos entre buenos y malos. La línea separadora entre el bien y el mal se diluye, sin apenas personajes positivos, excepto el protagonista, el centurión Quinto Dias (Michael Fassbender) quien acaba luchando por conservar su propia vida. En realidad con un tono hiperreal que es llevado hasta el extremo por parte del realizador con las escenas de la batalla entre pictos y romanos, lo que parecía un típico film de romanos se convierte en un verdadero baño de sangre y una lucha por la supervivencia.

Ya desde el principio podemos darnos cuenta que se trata de un film de bajo presupuesto. Pese hay buenas promesas en su reparto (Fassbender, Dominic West, Olga Kurylenko). Por otro lado, tampoco hay grandes escenas de grupo, ni excesivas batallas. Más bien una, aunque impactante. Pero más impactante es la posterior persecución que adquiere tintes de las típicas películas de terror (género en el que se ha prodigado el realizador). Precisamente otro de los puntos fuertes del film son las excelentes imágenes de las montañas y bosques escoceses, pasajes naturales que aunan belleza y crueldad a partes iguales. Mención aparte merece la excelente fotografía de Sam McCurdy que sabe reflejar esa dureza de los espacios abiertos y el predominio de tonos grises tirando a oscuros de sus frondosos bosques. De alguna forma, hay una asociación entre la crueldad que muestran los personajes del film y la naturaleza que les rodea.

Así poco queda del esplendor que rodeaba las película clásicas de romanos y la carencia de medios juega a favor del director a la hora de presentarnos un film seco, áspero y brutal que refleja la decadencia de una sociedad (la romana) en un declive que le llevará a su desaparición como imperio. El film de Marshall es un film básicamente de acción (con ciertas dosis de terror y fantástico), trepidante, cuyos personajes no dejan de correr y apenas tienen un respiro durante los escasos 90 minutos que dura la función. Algo así le sucede al espectador al que apenas se le deja espacio para pensar mucho.