Dirigida por Anthony Harvey, el film, ambientado en la Edad Media, nos cuenta una reunión familiar presidida por el Rey Enrique II (Peter O'Toole), a la que asisten su mujer, Leonor de Aquitania (Katherine Hepburn), confinada en un castillo por conspirar contra su marido, y sus tres hijos, Geoffrey, John y Ricardo (Anthony Hopkins), así como la amante del rey, Alais (Jane Merrow) y Felipe II de Francia (Timothy Dalton), de 17 años, hermanastro de Alais.

La razón de la reunión es decidir la sucesión de Enrique, tema alrededor del cual giran todos los persoanajes. El film bebe sus fuentes en una obra de teatro, algo que el director no se preocupa excesivamente de ocultar, con una puesta en escena en la que predominan los interiores, un tanto desnudos, huyendo de ampulosidades típicas de films similares ambientados alguna corte de la Edad Media. A pesar de dicha puesta en escena, tal vez excesivamente teatral, el film tiene cierto dinamismo, el director inteligentemente cambia contínuamente de sala y por tanto de decorado, aprovechando las diversas tramas que van urdiendo los protagonistas, y dando así una sensación de movimiento.

En el fondo, lo que le interesa retratar al director es la ambición de prácticamente todos los personajes, que se mueven para conseguir hacerse con el poder. Leonor buscar por encima de todo su libertad, y cree que apoyando a su impetuoso y violento hijo Ricardo lo puede conseguir. Mientras Geoffrey, se mueve en las sombras tramando una conspiración tras otra. John en cambio es una persona apocada que vive a la sombra de tan fuertes personalidades. Sin duda alguna, el film, como prácticamente cualquiera que esté basado en una obra de teatro, se basa en dos aspectos fundamentales. Primero el guión, prácticamente perfecto, manejando a varios personajes a la vez y retratando a la perfección su personalidad, y su ambición personal, ya que en el fondo, el tema principal del film es la ambión y la sed de poder.

Cada uno, por diferentes motivos, aspira a suceder al Rey Enrique. Mientras éste, se divierte a su manera viendo como todos a su alrededor se pelean por sucederle. En este sentido, los momentos más brillantes son los diálogos que comparten el rey y su reina, ayudado sobretodo por la talla de dos tremendos actores como son Peter O'Toole y Katherine Hepburn, totalmente entregados a su papel y cuya presencia eclipsan al resto del reparto. Lógicamente lo segundo que hay que destacar son las interpretaciones, el director trabaja de forma estupenda la dirección de actores, consiguiendo que estén perfectamente convincentes, cada uno en la parte que le toca. Una película prácticamente olvidada, pero que contiene lecciones muy interesantes de interpretación y sobre como llevar a la gran pantalla una obra de teatro.