Pixar, ese estudio en el que siempre se puede confiar.
Por mucho que algunos se empeñen en hablar de una supuesta decadencia de la casa del flexo en los últimos años, lo cierto es que los de Emeryville apenas han patinado en su trayectoria. Cars 2, Monstruos University (películas totalmente innecesarias ambas), El viaje de Arlo (una cinta, esta vez sí, algo inferior a lo que se le puede y debe exigir a Pixar) y poco más. Con cada filme, nos sorprenden una y otra vez no sólo con una animación absolutamente extraordinaria y sin parangón (aunque, siendo justos, Disney se está acercando mucho, y DreamWorks también en ocasiones), sino también con historias de lo más emotivas, divertidas y, sobre todo, adultas y profundas.
Red es un nuevo ejemplo de dicha excelencia. Dirigida por Domee Shi en su debut en el largo (ya antes había asombrado con su magistral corto Bao, que acompañaba a Los Increíbles 2 en su exhibición cinematográfica), la película es un compendio de varias cosas que se suelen repetir en las películas de la casa. Por un lado, es una historia personal de la directora, muy basada en su propia familia y su cultura chino-canadiense, comunidad a la que pertenecen Shi y la protagonista, Mei, quizás uno de los personajes más encantadores y humanos de la historia de Pixar. Por otro lado, se trata de una historia que, una vez más de forma adulta y sincera, explica lo que significa crecer, hacerse adulto y los altibajos de la adolescencia de una forma excepcional. Una vez más, también, tenemos una animación sencillamente excepcional (atención a los colores, los ojos manga de los personajes, las texturas, etc), una banda sonora excelente (incluyendo esas tres canciones que Billie Eilish ha compuesto para 4* Town, la boyband que enloquece a Mei y sus amigas) y un conjunto de personajes maravillosamente descritos y desarrollados. Presten atención a las mencionadas amigas de Mei y sus distintas personalidades y backgrounds culturales, o por supuesto a la madre, las tías y la abuela de la protagonista. Una película, sin duda, con muchas mujeres y que rinde homenaje también a esa sororidad y esas culturas absolutamente matriarcales. Como siempre, Pixar hablando de temas de actualidad con inteligencia y sin una gota de adoctrinamiento.
Si no se lleva la máxima nota es porque, quizás, su fondo nos recuerda demasiado a otras cintas. La tensión entre la madre y la hija es algo que ya vimos también en Brave de forma muy similar, y el tema de la familia afectada por un don o, en este caso, una maldición mágica también empieza ya a estar algo trillado, y el exitazo de la algo sobrevalorada Encanto no ayuda precisamente a valorar su originalidad. Originalidad que tiene, sin duda, porque su homenaje a la cultura millennial (las boybands, los cuadernos, las notitas en clase, el tamagochi, las pulseras de colores, etc) es oro, especialmente para aquellos espectadores que fueran adolescentes en aquel 2002.
Una película excelente, que terminará el año entre las mejores. Lo habitual, si hablamos de los maravillosos creadores de Pixar.

Lo mejor: La animación, como siempre de museo, la humanidad de los personajes y su nostálgico homenaje a la cultura millennial.
Lo peor: Le perjudica un poco parecerse en el fondo a otras películas de Pixar (Brave, sobre todo) y a cintas recientes (Encanto).