No se sabe muy bien qué pensar de J. Edgar.
Por un lado, es obvio que está hecha y actuada con gusto. El talento de Clint Eastwood no es una novedad a estas alturas, y esta cinta es una prueba más de su elegancia y clasicismo como realizador y su absoluto dominio de la imagen y la escena. Además, ha reunido un reparto de esos de ensueño que hace que cualquier cosa resulte disfrutable, aunque los maquillajes no ayuden en ocasiones (a Armie Hammer, de hecho, le perjudica bastante).
Sin embargo, no es menos obvio que tiene un ritmo demasiado plomizo. O dicho de otra forma: es bastante tostón y no consigue emocionar ni realmente interesar demasiado en la vida de Hoover. Las escenas que detallan su relación con Clyde Tolson encierran una cierta emotividad (ver cuando se pelean a puñetazos), pero su figura política y sus muchas sombras quedan bastante diluidas o dulcificadas en un guión al que le pesan los minutos como losas.

Lo mejor: La elegancia de la puesta en escena de Eastwood y el esfuerzo del reparto.
Lo peor: Aburre... pero bastante.