Sin duda, hay muchos motivos por los que recordar Adivina quién viene esta noche y reconocer su importancia dentro de la historia del cine.
Es la última de las nueve películas que rodaron juntos Spencer Tracy y Katharine Hepburn, una de las parejas más icónicas del séptimo arte. De hecho, es la última película a secas que rodó Tracy, quien fallecería sólo 17 días después de terminar el rodaje. Esta interpretación es, además, una de las cuatro de Hepburn que fueron premiadas con un Oscar, haciendo de la protagonista de La fiera de mi niña la actriz más premiada, hasta la fecha, de la historia de los premios de la Academia. Y, por supuesto, hay que reconocer su valor en un momento histórico en el que, ciertamente, que alguien se presentara en casa de sus padres con un novio negro era todo un acontecimiento, y no precisamente para bien. Además, el trabajo de todos los actores, y muy especialmente de Tracy, Hepburn y un inmenso Sidney Poitier, es fabuloso.
Sin embargo, es verdad que, a pesar de sus inmejorables intenciones y su hábil y ejemplar mezcla de comedia y drama, la película entera gira en torno a un mismo tema, que es el choque de culturas entre las dos familias y los prejuicios de unas y otras respecto al color de piel de la pareja de sus vástagos, y sin duda el metraje se hace demasiado largo, teniendo en cuenta que, como decimos, todo lo que ocurre gira en torno a este conflicto.
Con todo, una gran película.

Lo mejor: Los actores, fabulosos, y su innovación e innegable impacto en la época en que se estrenó.
Lo peor: Es demasiada larga y da demasiadas vueltas a lo mismo.