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España España · Barcelona
Voto de Tombol:
7
Drama Alain Leroy, un francés alcohólico, casado con una americana, está a punto de terminar un tratamiento de desintoxicación en una clínica privada. Antes de enfrentarse de nuevo a la vida cotidiana decide visitar a las personas a las que estuvo vinculado en el pasado. (FILMAFFINITY)
19 de diciembre de 2021
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A "El fuego fatuo" no veo que se la pueda catalogar como "buena", "mala" o "regular", parece más bien un ensayo sobre el tema que trata, el suicidio, y sus razones. Y como tal ensayo, concluyo que es meritorio, digno de 7, siento que el metraje aporta en gran parte un discurso coherente sobre el tema.

Hace tiempo lo había pensado, "¿porqué no se ha hecho nunca una película que trate intrínsecamente el suicidio, algo de lo que todo el mundo ha oído hablar, e incluso ha pensado?". Y mira por donde me encuentro con "el fuego fatuo". Sólo por el hecho de atreverse a hablar del asunto, y a desarrollarlo decentemente, le pongo el 7. Y es que es un tema que no te va a traer amigos en la industria del cine, de eso estoy seguro.

A nivel argumento fílmico, la he encontrado irregular. La primera parte la he sentido más consistente, para luego irse deshaciendo y perdiendo fuelle, los diálogos iban perdiendo substancia, los encuentros ya aportaban poco, a pesar de que se soltaran algunas frases cuasi-lapidatorias.

El mayor mérito lo he encontrado en el hálito del filme. Por momentos se respiraba el hastío, la vulgarización, el vacío en la vida de nuestro protagonista. Sin entrar en sus argumentos, sin entrar en las explicaciones que daba sobre el sentido de su vida, de sus mujeres, de sus sensaciones (p.ej. el "no puedo tocar nada"). Es una sensación que uno puede reconocer si la ha respirado alguna vez en su vida, si no, olvídate de entenderlo.

Las explicaciones sociológicas, los análisis psicológicos o cualesquiera otras ideas que traten explicar las circunstancias del estado anímico del actor principal solo nos van a servir para plantear hipótesis incompletas, faltas de una visión que redondee con certeza la situación real de nuestro amigo Alain. Y es que todas esas circunstancias particulares de Alain solo sirven para desenfocar su visión de la realidad, para buscar culpables fáciles, para autovictimizarse y abandonar la lucha de la vida. Ojo, no lo juzgo, pero sus explicaciones no me convencen.

En el mundo moderno ya es un clásico el suicidio. Hoy, en 2021, está en lo más alto. Estoy convencido que hace 400 años era una "rara avis". Y es que en las sociedades actuales, tan opulentas, tan sobradas de "todo", falta lo esencial, lo que realmente nos hace humanos: En un mundo tan encorsetado, tan compartimentado, en las que debes controlar lo que dices y cómo lo dices, en el que te enseñan por decreto que es obligatorio ser feliz y parecerlo, en el que todo se resuelve con pastillas, en el que te mueves entre una masa de gente a la que no ves, en el que unos billetes son tu meta en la vida, en el que uno no entiende ninguna de sus pulsiones, en el que llegas a una edad en que a pesar de haber leído mil libros tienes la cabeza hecha un asco, en el que tus debilidades son explotadas por otros para denigrarte, en el que los psicoanalistas te han explicado cómo tienes que amar, en el que las ciudades son nichos de solipsismo, en el que resulta tan fácil adquirir cualquier droga que te lleve a otro lugar...

¿Para qué buscar en otro lugar razones para "desaparecer"? Si las tenemos todas delante. Y Alain también las tenía delante. Luego nuestras particulares circunstancias harán que la aridez de la vida sea mayo o menor. Pero tenemos un caldo de cultivo atroz. Con Malle se puede respirar, en cualquier caso.

Alain no tiene respuestas, pero si soluciones: la droga o la vida.
Tombol
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