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España España · san sebastian
Voto de Izeta:
6
Intriga. Drama Diego Acuña fue uno de los cinco mil niños llevados a Rusia durante la guerra civil española (1936-1939). Educado en el comunismo y preparado para actuar como agitador internacional, trabaja en Francia y en Italia a las órdenes de Goeritz, alto cargos del Partido. Un día le confían una delicada misión: colaborar en el asesinato de su padre, que representa un importante obstáculo para la actuación clandestina del comunismo. Para ello se ... [+]
7 de febrero de 2024
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Plantear una intriga de espionaje en España, en el contexto de la Guerra fría, con el régimen franquista en todo su esplendor, era una perita en dulce que no se podía dejar pasar y hay que reconocer que Rafael Gil es un director sobradamente preparado para llevar a cabo tal labor consiguiendo, casi, y reitero lo de casi, hacer olvidar al espectador su aroma panfletario, nada distinto al que mostraban otras cinematografías en aquella época como la norteamericana o la británica, por poner dos ejemplos de los que esta cinta es deudora.

Pero quizás sea porque somos espectadores de casa y el tema nos toca algo más de cerca, pero yo no he podido abstraerme tan fácil como en sus homólogas del otro lado del charco de su tufillo sermoneador afín al régimen. Y lo cierto es que no sé bien por qué, porque cintas propagandísticas más descaradas que ésta las he visto a mogollón pero es que ésta en concreto ya me ha empezado cabreando cuando, tomando como base de su premisa un hecho histórico, el exilio forzado de cinco mil niños atrapados en la zona republicana durante la contienda, fueron embarcados para Rusia y a los que sus familias, en muchos casos, no volvieron a ver.

La película utiliza esta base para, retorciéndola, relatarnos la historia de uno de esos niños exiliados, solo que !huy!, ese niño resulta ser el hijo de un alto mando del régimen, que no se entiende cómo puñetas llegó a embarcar con destino a Rusia.
Primero hay que deglutir eso, claro y, luego, ya viene todo lo demás.
Al muchacho (Paco Rabal), ese destino, más que para salvarle de una muerte segura en el país en guerra, parece haberle sido dado como objeto de castigo o algo así ya que su estancia allí será una suerte de lavado de pensamiento, adoctrinamiento y despojamiento de toda suerte de recuerdos y humanidad, será educado como un soldado camarada comunista, como agitador, la naranja mecánica, Terminator, la ideología del colectivo por encima del individuo, abajo la burguesía y la religión, Dios ha muerto y viva el proletariado.
El muchacho habrá crecido y ya será todo un hombre. Ya es hora de que haga algo por el país que le ha dado de comer. Y mira que son retorcidos los rusos que no se les ocurre otra cosa que mandarlo de vuelta a su casa en España para que espíe a su propio padre...
Hasta aquí, la premisa. Ahora, hay que romper una lanza en favor de su realizador. Rafael Gil sabe manejar el texto con soltura, naturalidad y contención, sin exageraciones y aportándole una credibilidad notable a la historia al enfrentar el reencuentro del hijo con su familia olvidada de una manera veraz y muy próxima a la que se debió de dar en la realidad cuando los verdaderos niños exiliados regresaron a España veinte años después.
Esa frialdad en el trato, esa dificultad para integrarse en las nuevas costumbres y en sus familias, esa desconfianza y esas suspicacias políticas por parte de todos...Seguro que Gil se documentó bien acerca del tremendo choque cultural que debió representar la reunión de los hijos criados en la Rusia comunista con sus progenitores de la España franquista. En aquella época los dos países serían como la noche y el día y Gil lo describe con mucha sensibilidad, aunque no deja de dejarnos bien clarito quiénes son los buenos y quiénes los malos. Los rusos son fríos, desapasionados, fuertemente ideológicos pero los españoles son cariñosos, atentos...y celebran los cumpleaños.
La historia de espionaje, por otra parte, a mí me ha resultado un poco confusa pero eso me pasa siempre con estas cintas de agentes dobles, nunca termino de saber bien quién es quién ni qué hace allí.
La estética y la fotografía es muy buena, el estilo bebe mucho de las cintas americanas o inglesas, lo que le da un plus que pocas cintas de esta época, hechas en este país, tenían.
Yo la calificaría como una cinta notable en su ejecución pero de argumento fallido. Al final es lo que es al servicio de quién es, otras veces no me importa tanto y aun lo comprendo pero, así planteado, no me ha gustado.
Izeta
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