Nos sustraen mucha información.
En los primeros fotogramas vemos a un grupo de chicas totalmente vestidas a la europea, saliendo de la escuela con un grupo de amigos.
Chicas que, aparentemente, se han educado de una manera libre de restricciones a juzgar por el carácter abierto y extrovertido de sus maneras en su trato con los chicos. No me cuadra. La película, por su omisión, nos hace ver que, de repente, su tío y su abuela han decidido escandalizarse por los modales abiertos y descocados que demuestran las chicas y, de la noche a la mañana, las encierran y se ponen a buscarles marido.
¿ Que tal, si nos hubieran hablado más de esa familia, ese pueblo y esas costumbres?. Pero no. Todo el grupo de chavalas parece poseer una mentalidad europea que en algún sitio la habrán adquirido, digo yo. Por contra, sus educadores, su tío, su abuela, y los pocos personajes que vemos a su alrededor, parecen integristas fanáticos machistas.
¿ Alguien me lo puede explicar?. La directora parece reflejar que esas chicas se han educado completamente libres y modernas y que sólo la llegada de la pubertad de las chicas hace que aflore la obsesión por la conservación de su pureza y castidad.
Dudo mucho que quien posea tal mentalidad no se moleste en tratar de meter en vena desde la infancia a las niñas un sentido de pudor y sumisión al hombre. Esta rebeldía que muestran estas niñas, se da porque, obviamente, ya han sido educadas de manera distinta y a mí me hubiera gustado ver qué agentes han sido responsables de su educación frente a las arcaicas costumbres de su familia.
Sé que Turquía es un país con muchas contradicciones donde lo moderno y lo tradicional se dan la mano en una difícil convivencia.
Pero la directora falla estrepitosamente en no mostrarnos esa contradicción. La película le ha salido maniquea y no ambigua como quizá, era su intención.
El caso es que yo me he quedado con las ganas. Una pena.