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España España · san sebastian
Voto de Izeta:
8
Serie de TV. Drama Miniserie de TV. 11 episodios (Octubre 1981 - Diciembre 1981). Jeremy Irons interpreta a un sencillo estudiante de Oxford impresionado por Sebastian Flyte, el hijo más joven de la noble y acaudalada familia de los Marchmain, que reside en la mansión de Brideshead. Pronto la admiración dará paso al amor entre ambos jóvenes. (FILMAFFINITY)
25 de julio de 2019
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Exquisita producción de Granada televisión basada en la novela de Evelyn Waugh, es una de esas rarezas hechas para la televisión en la que no se escatimó presupuesto, convirtiéndose así en una auténtica joya visual que ningún cinéfilo debería perderse.
La acción se sitúa en el periodo de entreguerras y nos describe la relación que se entablará entre Charles Ryder ( Jeremy Irons), con la aristocrática y decadente familia Marchmain, a raíz de su amistad con lord Sebastian Flyte ( Anthony Andrews), al que conocerá en Oxford y le introducirá en un nuevo mundo.
La novela ( que no he leído), tiene muchos elementos autobiográficos del propio autor, que se identifica con nuestro protagonista. Así, nos presentan todos los temas que le inquietaban.
La homosexualidad, el alcoholismo, el catolicismo en un mundo en el que el protestantismo era mayoritario, las apariencias, la hipocresía, la falta de afecto, la culpa y el pecado...
Siendo, dicen, una adaptación muy fiel, la acción transcurre serena y contemplativa, narrada desde diferentes puntos de vista en el que predomina la visión de Charles, con diálogos entresacados de la novela que a los recién iniciados como yo, les va a costar captar todo su significado, si bien la esencia total la van a comprender muy bien.
Pero siendo, como es, una serie muy exigente, la belleza de las localizaciones le va a dejar estupefacto.
Rodada en los colleges de Oxford, el castillo de Howard, el Queen Elizabeth, Venecia y otros exquisitos lugares, la serie está rodada al detalle, siendo para el espectador un auténtico goce visual, tener el privilegio de sumergirse en todos los rincones de esos grandes museos y apreciar al detalle hasta el más mínimo objeto que es en sí mismo, una obra de arte.
Con una preciosa música y un tono deliberadamente nostálgico y contemplativo, es una serie que no se puede dejar de recomendar, aunque eso sí, el espectador debe dejar su actual prisa y dejarse llevar serenamente a la contemplación de este mundo desaparecido.
Si no le doy más nota es, como he dicho antes, por la dificultad que he tenido en comprender bien las motivaciones últimas de algunos de sus personajes.
Y es que a mí, desde mi ateísmo y mi origen proletario, este mundo me queda muy, muy, lejos.
Izeta
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