Arriesgada, sorprendente y sensorial propuesta la de este director francés de apellido lituano. Resulta muy meritorio plantear una película en plena era digital sobre la meca del cine y sus felices años 20, donde los primeros y grandes estudios comenzaban a erigirse. Es la época dorada del cine mudo y George Valentin es la estrella. Desde hoy no me cansaré de destacar y alabar el trabajo de Jean Dujardin, protagonista, héroe y pilar primordial de la película, sin dudar, es EL ARTISTA, en mayúsculas.

Verlo reír, bailar y gesticular ha sido una experiencia inolvidable. Nunca antes había visto a este actor y lo cierto es que verdaderamente parece una estrella salida de ese cine mudo de comienzos de siglo. Impresionante trabajo e inolvidable sonrisa.

Esa historia de amor desinteresado entre el exitoso galán y la joven aspirante funciona. Y funciona por la soberbia gestualidad de sus actores, (hasta el mismo perro está de Oscar), por la acertada elección del blanco y negro, por la maravillosa banda sonora que acompaña a las imágenes y por la recreación estética del Hollywood de aquellos años.

"The Artist" supone un homenaje (repleto de guiños) a esa transición del cine mudo al sonoro, a las rutilantes estrellas de los grandes estudios, a la celebridad como concepto, a la petulancia de los directivos, a las jóvenes promesas que intentaban meter la cabeza en ese recién nacido “Star-System”, a los directores, guionistas, decoradores, extras y también, porqué no, a los propios espectadores.

Pese alguna imperfección de guión (algo amanerado) y algún que otro aburrido pasaje, el conjunto es de una efectividad irresistible. Sorpresas de este calibre no abundan y cuando se producen, la sonrisa en la cara suele prolongarse más de la cuenta.

Nota: 7