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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
3
Drama 38 años después de "Belle de jour" de Luis Buñuel, dos personajes de la película vuelven a cruzarse con el misterio de un secreto que sólo conoce el personaje masculino y cuya revelación es imprescindible para el personaje femenino. Aunque ella le evita, él sigue sus pasos hasta que finalmente consigue que le preste atención al confesarle su intención de revelarle el secreto. Fijan una cita, una cena durante la cual ella, ahora viuda, ... [+]
12 de abril de 2008
8 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada como tener crédito. Si por casualidades de la vida los críticos te han concedido crédito, en vez de decir "una película menor y sin sustancia alguna, teatro filmado" dirán "Un divertimento, un pequeño juego filosófico y cinéfilo" o dirán "Hay muchos oliveiras y aquí se muestra una de las caras más gratificantes del poliedro: el Oliveira buñueliano (...) No es tanto una secuela de 'Belle de jour' (1967) como la exploración lúdica y crepuscular de lo que pudo suceder (o no) en una elipsis del clásico" en vez de decir "patética secuela sacada de la manga que visto lo visto el director realmente no se coscó de que carajo iba el asunto". A coger los mismos personajes y montar una película que no va a parar a ninguna parte lo llaman guiño, yo, tener más cara que un trolebus. Si esto mismo lo hacen desde Hollywood se pone el grito en el cielo (muchas veces con razón) y en cambio con el vejete prehistórico este hasta le ríen la gracia, aunque sólo le quede una futilidad de apenas una hora, un mediometraje en el que deforma a esos personajes, lo llene de conversaciones con aspiraciones filosóficas/intelectuales pero en la que sólo se sueltan verdades de Perogrullo y ala, a correr.

Porque vamos, lo que molaba de la obra de Buñuel era su perversión, su maldad, su sátira sobre la vacuidad de la vida burguesa y no ver a una chiquita muy bonita y pija haciendo la puerca. Porque lo que Oliviera se queda es con eso, con lo superficial y monta una película hiper-plana de una hora en la que 5 minutos son para mostrarte un concierto, diez para verlos como se zampan la cena sin hablar, casi a tiempo real y otros tantos de trancisiones con unas bellas panorámicas de París. Toma ya. Si alguien tiene la suficiente jeta para hacer una secuela por la patilla, que menos que respetar el espíritu de la obra antecesora y no hacer como el vejestorio antedenuviano, que se dedica a poner paparruchadas en la boca de sus protagonistas. Sólo hay que fijarse por ejemplo en eso que dice la falsa Séverine al falso Henri durante la cena, que está pensando en entrar a un convento, algo que díria un anciano de educación ultra católica y no la Séverine de Belle de Jour. Y para colmo, cuando Oliveira se intenta poner trascendental, sólo le salen obviedades de patio de colegio, lo que demuestra que si aún está haciendo películas es porque sabe que su única baza para pasar a la historia es esa, ser el primer director que dirige una película a la edad 100 años, ya que sus películas obviamente no le darán boleto para otra parte que no sea irse a cagar. O eso es que tiene que pagarle las facturas a los tataranietos.

Oliveira, retirate ya, que chocheas y haces el rídiculo.
Jean Ra
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