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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
7
Drama El comandante de Auschwitz Rudolf Höss y su esposa Hedwig se esfuerzan en construir una vida de ensueño para su familia en una casa con jardín cerca del campo. (FILMAFFINITY)
24 de enero de 2024
68 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera de Jonathan Glazer da tantos giros, los argumentos que traza e incluso sus depuraciones visuales son tan inesperadas y variadas, que me sorprendería que el director tuviera planificado a diez años vista los largometrajes que va a rodar. Tan pronto realiza una desestructurada pero estimulante película de atracos como una atmosférica y siniestra invasión de una extraterrestre que utiliza el sexo como anzuelo. El hilo que conecta esas piezas dispares, ya sea en "Birth" o en "Under the skin", podríamos observar que se trata de un impulso interno que late en sus protagonistas y que oculta un mundo interior verdaderamente oscuro, el cual, en "La zona de interés", alcanza su paroxismo: triviales e inofensivas escenas hogareñas de una familia protestante mientras en el fondo vemos y oímos detalles sueltos de uno de los mayores horrores del siglo XX.

El principal valor que yo le encuentro es la fotografía del polaco Lukasz Zal, que nos nutre los ojos con esos planos tan amplios, ocasionalmente interrumpidos con algunas imágenes de los rostros, tan sumamente milimetrados que nos transmite una sensación clínica, de frialdad de cirujano. Se adapta a la visión de su personaje principal, la mirada de un funcionario de la muerte. Para cualquiera que haya visto suficiente cine comprende lo complicado que es sostener la tensión narrativa mediante ese tipo de imágenes, algún tipo de pulso que mantenga la mirada del espectador, es fácil que decaiga y arroje al espectador al tedio, para manejarlo adecuadamente hace falta la mano de un buen cinematógrafo como Zal y un buen director como Glazer, que sabe qué objetivo persigue con esos medios. Y a mí me parece que evidente quiere reforzar el contexto, que la visión sea lo bastante amplia para que presenciemos el vistoso jardín pero que con columnas de humo de las incineradoras, todo encajado en un mismo plano, porque ese es el fin último del relato, sumergirnos en un mundo cotidiano, surtido de bagatelas como abrigos usurpados a las víctimas, semejante al de cualquier familia de clase media, y mostrar cómo se puede coexistir al lado de los peores crímenes.

Por lo tanto no me parece sólo una particular visión del Holocausto, la visión de Glazer alcanza más allá. Rudolf, el personaje principal, gran capataz de la maquinaria asesina, es mostrado como un hombre cumplidor y muy serio, encarnación del perfecto protestante, capaz de presenciar violencias infames en su jornada laboral y, al dar unos pocos pasos, atraviesa el umbral de su casa y se comporta como un padre sobrio pero con gestos cariñosos con sus hijas, que las recoge sin una mala palabra si las descubre sentadas en algún peldaño de la escalera en plena noche, mientras observan la puerta de casa que da al exterminio.

La separación total entre vida hogareña y actividad militar, me parece a mí, viene a reforzar la idea de lo oculto, de la negrura subterránea que recorre el fondo de la mente de Rudolf, a quien ya en la primera escena del río lo vemos cerrar los ojos y suspirar como saboreando con alivio ese pequeño respiro. En el fondo su cabeza está embotada de violencia. A diferencia de la formidable "El hijo de Saúl", los campos no son directamente mostrados, sólo en algún plano aislado se ve la cara de Rudolf supervisando sobre su caballo el funcionamiento de los campos, con los gritos de verdugos y víctimas de fondo, todo eso no puede ser enseñado de forma frontal, es demasiado horroroso, y así lo comprendemos a lo largo de la película, por cómo se iluminan los hornos en la noche, los gritos de pánico que se filtran a través del jardín, las columnas de humo. Ese ocultamiento sin embargo late y bulle, también en la cabeza de Rudolf, quien se entrega a cumplir su deber, pero que en el fondo su cabeza está colmada de tantos crímenes presenciados y organizados por él. Es mediante eso que yo me explico los extraños minutos finales (*)

Me pareció entender que Rudolf Höss en el fondo no es tan malo, el problema es que su sentido del deber y los límites de su inteligencia en primer lugar lo convierte en un resorte necesario para el correcto funcionar de una maquinaria asesina y en segundo no le permite rechazarlo de forma explícita, romper con esa sociedad, en la cual él está integrado y sin embargo es violenta, fanática y muy racista. Es así como, al estilo de la novela "Las benévolas" de Jonathan Littell, se nos enseña como un tipo formal y corriente puede convertirse en un carnicero en una sociedad tan radicalizada y brutal. El contexto.

Por lo demás, si bien comprendo que los diversos signos conforman una reflexión de gran calado, también afirmo que en algunos momentos la narración me pesó, es como que en el fondo redunda en los mismos contrastes y los avances narrativos en la historia de Rudolf son muy escasos. Comprendo que Glazer se propuso algo semejante a eso, sólo que a mí no me cuajó del todo. De todas formas, una gran obra de uno de esos directores de una filmografía singular, capaz de desafiar al espectador desde diversos frentes, audaz y creativo, que si no rueda más a menudo es porque quiere que cada una de sus obras tiene que ser especial y por lo tanto debe madurarlas adecuadamente. No es una película para ver así, de cualquier forma y en cualquier momento, si acaso cuando se pueda conjugar la predisposición y una dosis adecuada de cafeína.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jean Ra
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