Después del prólogo de la cinta, y a partir del momento en que Larry Gopnik (Michael Stuhlbarg) como profesor de física culmina su lección sobre el “Principio de Incertidumbre de Heisenberg” en la pizarra; pienso que tenemos la clave del contexto dramático de la nueva película (que deambula en el microcosmos de una comunidad judía en Minneapolis) de los hermanos Coen. Además, nos adentramos en un personaje en apariencia anodino y para rematar, todo su mundo se vuelve patas arriba (“determinismo”).

Todo esto viene a colación para revelar desde el punto de vista del hipertexto de “Un tipo serio” que, el término “determinismo” reviste en filosofía significados múltiples. Existe un “determinismo físico” (leyes que rigen el mundo corpóreo son invariables). Hay también un “determinismo psicológico” (todos los fenómenos, incluso los referentes a la libertad, están, en última instancia, condicionados de un modo necesario). Existe igualmente un “determinismo sociológico” para el que el desarrollo de la sociedad, y por ende del individuo que en ella se inserta, estén regidos por una serie de leyes y de situaciones históricas, ambientales, económicas, etc. Otro modo de determinismo es el ético-moral.

Finalmente se habla del determinismo metafísico o teológico, llamado también “Fatalismo”, que en este caso (y al igual que los anteriores) podemos visualizarlo en Larry (y que amplifica en algunas pesadillas del personaje). Con cierta afinidad a “Barton Fink”, la reflexión del film apunta a todo lo útil que resulta en la vida humana, construir y ambicionar pese a las adversidades y, algo muy importante. “Decidir ayudar a los demás”.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla. Colombia).