La cosa va de tres jóvenes que al caer la noche se quedan colgados en un telesilla de una estación de esquí que no volverá a abrir sus instalaciones hasta la semana siguiente, lo que da lugar una situación de pesadilla, o al menos esa es la idea. El resultado, sin embargo, es el opuesto. En Bajo Cero (Frozen) todo falla un poquito. El guión es pretencioso y vanal a un tiempo, los actores muy normalitos, el tratamiento formal mediocre. Como resultado: lo que debería ser una situación tensa se convierte en una situación ridícula, y mientras ves la peli sólo piensas dos cosas: qué hora es y cómo pueden ser estos tres tan idiotas (aunque es cierto que en la vida real no nos comportamos como parece exigírsenos en las pelis). El problema de Frozen es que quiere ser lo que no es: quizá hubiera funcionado como comedia negra. En fin, hace poco, en 127 horas, un tipo se dejaba el brazo atrapado en una roca con mucha más dignidad. Y hace ya muchos años un tipo llamado José Luis López V. se quedó atrapado en una cabina de teléfonos con infinitamente más talento y eficacia.