‘Red (Turning Red)’ es la nueva película de Pixar, después de algunos tropiezos, confirmando que el estudio ya no era el que antaño nos maravilló con tantos clásicos (podría citarlos, pero no acabaríamos nunca). Su última propuesta ha llegado no exenta de polémica, ya sea por su estreno directo en Disney Plus, lo que ha cabreado a sus empleados, o por la acusación de homofobia contra Disney, impulsada por estos últimos (como una clara venganza). Polémicas aparte, por fin he podido ver esta atractiva propuesta, la cual nos cuenta la historia de una niña que se convierte en un enorme panda rojo, con todo lo que ello conlleva. Y hasta aquí puedo leer, ya que recomiendo encarecidamente verla sin saber nada de ella.

¿Y por qué lo recomiendo? Pues porque es una absoluta maravilla, una película que lo tiene todo y supone la resurrección de Pixar. No me extraña que los críticos la hayan aplaudido con entusiasmo (creo que ya tenemos el Oscar 2023 a mejor película de animación), y que los trabajadores de Pixar se hayan cabreado por no estrenarse en cines, porque es una vergüenza que Disney haya maltratado así una obra que está llamada a ser un clásico de culto (lo merece), y que quizás se cuele entre lo mejor del estudio (y no, no estoy exagerando). Pero esa es otra historia, por lo que mejor valorar el film, aunque concluiré este asunto diciendo que me hubiese encantado ver esta estupenda producción en cines. Maldito Disney…

La animación es excelente, sin ningún reproche que encontrarle. Todo funciona, desde el diseño del panda (ojo a los detalles del pelo), hasta el del resto de personajes (con un tono cartoon pero repleto de expresividad), sin olvidar los escenarios. Es cierto que la calidad (en los guiones) de Pixar había decaído en los últimos años, pero es indudable que son los reyes en la técnica de la animación 3D, y ‘Red’ es otra buena prueba de ello. Un apartado sobresaliente y que merece todos los elogios habidos y por haber.

Y llegamos al guion, un apartado al que, al igual que el de animación, no le encuentro ni un solo contra, ya que estamos ante una producción que funciona en todo, con unos personajes entrañables (atención a la espléndida protagonista o sus hilarantes amigas), unos diálogos tan desternillantes como mordaces, un humor efectivo (impagable el momento del supermercado) y una emotividad que te atrapa el corazón y no te lo suelta, sin olvidar el tono épico de los últimos compases de la película. Lo tiene todo, y si queréis también os puedo destacar el feminismo de la propuesta, siendo el ejemplo de cómo se deben hacer las cosas.

Este es el camino, notándose el buen hacer e inteligencia de sus responsables, destacando a la directora y guionista (esto último junto a Julia Cho), Domee Shi. Menudo futuro le espera si sabe jugar bien sus cartas. Shi nos regala una historia divertida pero repleta de matices, un canto a la adolescencia y a quererse a uno mismo, que deja un gran sabor de boca. De verdad, increíble lo de esta película, destacando también el apartado sonoro. Una excelente propuesta que dudo que deje a nadie indiferente. Esto es cine, con mayúsculas.

Y eso es todo, porque cuando te gusta tanto una película, poco más hay qué decir. Soy consciente del peligro que hay en dar una valoración tan desproporcionada o demasiado entusiasta, pero es que no le encuentro ni un solo pero a la cinta, y eso es algo que no me suele suceder, por lo que me veo en la obligación de reconocer que seguramente estemos ante una de las mejores películas de Pixar, una de las mejores películas de los últimos años (en esto no tengo ninguna duda) y en un milagro cinematográfico, que me hace recuperar la fe en el cine (demasiadas decepciones en los últimos años). El mejor Pixar ha vuelto (aunque Disney mire a otro lado, en pro de sus propias producciones…), y es el momento de celebrarlo, por fin. Te echábamos de menos, Pixar. Gracias por todo.

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